12/07/2019, 23:01
En el País de la Tormenta, el verano no es una estación bien recibida. Después de todo, es en esta época del año donde las probabilidades de aparición de algún pavoso día soleado se disparan, un tiempo atípico que para muchos una inequívoca profecía de ruina y desgracia, literalmente, proveniente del cielo. Por su parte, el chico de cabello oscuro no comparte del todo esta creencia popular. Para él, esa creencia de que en todo aquello que tocan los rayos del sol se cierne la mala fortuna no es más que eso, una superstición.
Por el contrario, este Genin de La Lluvia sí tenía un motivo para esperar el verano, de hecho, que desde hace unos años, la llegada de esta temporada es suficiente para llevarlo a emprender una travesía que termina fuera de su tierra natal. ¿Turismo? Podría decirse, aunque su destino siempre es el mismo: Minori.
Cabe preguntarse: ¿Qué tiene de especial ese lugar? Y es que, claro, ¿Quién va cruzar medio continente para pasar sus vacaciones de verano en un pueblo soso en medio de la nada? Kouji tenía sus razones.
En horas del mediodía, por fin acababa de salir de las Tierras de la Llovizna. Atravesó aquel paisaje inundado a pie durante varias horas, desde que partió desde Yachi temprano ese día. Lo supo al ver como la vegetación aumentaba su volumen y tamaño, de modo que las vistas de una llanura interminable desaparecían tras la linde natural del Bosque de la Hoja.
Gracias a viajar por el país con su padre desde hace ya algunos años, mejoró su habilidad para movilizarse a través de los extensos territorios del País de la Tormenta, y a ser capaz de orientarse usando un mapa y una brújula sin perderse. Ahora lo pone en práctica cuando va solo, revisando el mapa y comprobando con ayuda de la brújula que se mantiene en la dirección correcta.
Seguidamente, se dispuso a movilizarse saltando entre las ramas de los árboles para acelerar el paso. A diferencia de la explanada que dejaba atrás, en estas circunstancias era mayor el riesgo a ser emboscado por bandidos y optó por superar esa zona tan pronto como pudiera.
Ya faltaba poco para llegar a su destino, pero sorpresivamente, la lluvia aún persistía desde que había entrado en el País de la Espiral. Él, con su mente ocupada y fantaseando sobre lo que iba a hacer al llegar, era incapaz de percibir esa rarísima casualidad del verano o, quizás, se trataba un guiño de buena suerte que le auguraba el comienzo de unas vacaciones como ningunas.
Por el contrario, este Genin de La Lluvia sí tenía un motivo para esperar el verano, de hecho, que desde hace unos años, la llegada de esta temporada es suficiente para llevarlo a emprender una travesía que termina fuera de su tierra natal. ¿Turismo? Podría decirse, aunque su destino siempre es el mismo: Minori.
Cabe preguntarse: ¿Qué tiene de especial ese lugar? Y es que, claro, ¿Quién va cruzar medio continente para pasar sus vacaciones de verano en un pueblo soso en medio de la nada? Kouji tenía sus razones.
En horas del mediodía, por fin acababa de salir de las Tierras de la Llovizna. Atravesó aquel paisaje inundado a pie durante varias horas, desde que partió desde Yachi temprano ese día. Lo supo al ver como la vegetación aumentaba su volumen y tamaño, de modo que las vistas de una llanura interminable desaparecían tras la linde natural del Bosque de la Hoja.
Gracias a viajar por el país con su padre desde hace ya algunos años, mejoró su habilidad para movilizarse a través de los extensos territorios del País de la Tormenta, y a ser capaz de orientarse usando un mapa y una brújula sin perderse. Ahora lo pone en práctica cuando va solo, revisando el mapa y comprobando con ayuda de la brújula que se mantiene en la dirección correcta.
Seguidamente, se dispuso a movilizarse saltando entre las ramas de los árboles para acelerar el paso. A diferencia de la explanada que dejaba atrás, en estas circunstancias era mayor el riesgo a ser emboscado por bandidos y optó por superar esa zona tan pronto como pudiera.
Ya faltaba poco para llegar a su destino, pero sorpresivamente, la lluvia aún persistía desde que había entrado en el País de la Espiral. Él, con su mente ocupada y fantaseando sobre lo que iba a hacer al llegar, era incapaz de percibir esa rarísima casualidad del verano o, quizás, se trataba un guiño de buena suerte que le auguraba el comienzo de unas vacaciones como ningunas.
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