15/07/2019, 14:56
Ranko sintió como si hubiese estado bajo una avalancha y hubiese sido rescatada. Sus hombros se sintieron en extremo ligeros, sin el figurado peso de las manos de Sora. La chica ahogó un suspiro de alivio.
En lo que seguía a Yota hasta una mesa, Kumopansa se volteó sobre la cabeza del chico para hablar con Ranko. Tal vez era porque la amiga de Yota no era, pues, una persona, pero Ranko sintió que era mucho más fácil hablar con ella. La araña, a su vez y a pesar de sonar un poquito maleducada, tenía palabras de aliento para la kunoichi.
— G-gracias, Kumopansa-san —Lo curioso era que el comentario inicial del arácnido acerca de Sora había sido lo que le dió un poco más de nervios. Aparte, claro, de que una desconocida le pusiera las manos en los hombros de la nada —. Suena… ahm… Sora-san suena a que no es mala. Creo.
El rubio la guió hasta un asiento y preguntó si estaba bien. Ranko asintió con una sonrisa nerviosa. Le aliviaba que fuese un asiento en la esquina, así tendría el contacto mínimo con otras personas que fuesen a pasear por el lugar.
—E-está muy bien, Sasagani-san —dijo, mientras se sentaba en el rincón. Suspiró, pues su cuerpo recordó lo cansada que estaba, y lo delicioso que era sentarse a esperar por comida después de mucha actividad física. Se mantuvo con las manos en el regazo por un momento, pensando en las posibles cosas que podría decir. Desde hacía un tiempo se forzaba a decir algo, se obligaba a charlar y fortalecer el músculo de la interacción social, por más debilucho que fuese al inicio —. ¿Ha-han sido estudiantes de… ahm… de Sora-san p-por… por mucho?
En lo que seguía a Yota hasta una mesa, Kumopansa se volteó sobre la cabeza del chico para hablar con Ranko. Tal vez era porque la amiga de Yota no era, pues, una persona, pero Ranko sintió que era mucho más fácil hablar con ella. La araña, a su vez y a pesar de sonar un poquito maleducada, tenía palabras de aliento para la kunoichi.
— G-gracias, Kumopansa-san —Lo curioso era que el comentario inicial del arácnido acerca de Sora había sido lo que le dió un poco más de nervios. Aparte, claro, de que una desconocida le pusiera las manos en los hombros de la nada —. Suena… ahm… Sora-san suena a que no es mala. Creo.
El rubio la guió hasta un asiento y preguntó si estaba bien. Ranko asintió con una sonrisa nerviosa. Le aliviaba que fuese un asiento en la esquina, así tendría el contacto mínimo con otras personas que fuesen a pasear por el lugar.
—E-está muy bien, Sasagani-san —dijo, mientras se sentaba en el rincón. Suspiró, pues su cuerpo recordó lo cansada que estaba, y lo delicioso que era sentarse a esperar por comida después de mucha actividad física. Se mantuvo con las manos en el regazo por un momento, pensando en las posibles cosas que podría decir. Desde hacía un tiempo se forzaba a decir algo, se obligaba a charlar y fortalecer el músculo de la interacción social, por más debilucho que fuese al inicio —. ¿Ha-han sido estudiantes de… ahm… de Sora-san p-por… por mucho?
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