16/07/2019, 17:44
Entendía la intención de Rōga, aunque él no parecía comprender del todo su sentir. O tal vez era ella quien no podía explicarse bien.
"No se trata de eso. No es que le dé demasiado peso a las opiniones de los demás. Es sólo que siento que debería hacer algo, o que no estoy haciendo eso bien. Lo que otros piensen sería consecuencia de mi actuar, no la razón del mismo…"
Pero no dijo nada de esto a Rōga, sino que asintió, sonriente, pues valoraba que él deseara ayudarla en ese aspecto tan conplicado.
— Gracias, Rōga-san —Le dedicó una reverencia tan profunda como las olas le dejaran —, p-por tu consejo y… y consideración.
Ranko también acertó otra apuesta mental: ni siquiera el abuelo del peliazul conocía (al menos que se hubiese guardado su existencia) el Hachimon Tonkō. El chico parecía estar en el límite entre el interés y la incredulidad, o tal vez Ranko no había usado las palabras correctas.
—A-ahm… B-bueno, es que… —Se detuvo unos segundos, pensando un poco qué decir —. Ti-tienes que entrenar específicamente… Entrenarte para abrir esas Puertas. Todos podrían hacerlo, si supieran cómo, y si tuvieran la… ahm… voluntad. S-si el abuelo de Rōga-san quisiera hacerlo, tendría que entrenarse p-por un largo tiempo, a pesar de s-ser un… ahm… luchador veterano —"Un muy largo tiempo" añadió mentalmente. Casi sin darse cuenta, se movía más y más hacia el agua, muy lentamente —. Bueno… depende de qué puerta. Creo. La Primera te dejaría exhausto. La… La Octava… pues… te mata. Y si n-no te mides bien en cualquiera, podrías… podrías romper tu cuerpo.
A lo lejos, ahora cerca de su familia, se podría ver a su madre, nadando e invitando a Kuumi a unírsele. Ranko suspiró, un leve miedo de que le pasara eso cruzó su cuerpo.
—¿Q-qué más heróico que darlo todo? —La melancolía hizo extraño acto de presencia en los ojos de Ranko, aunque fuese por un instante.
"No se trata de eso. No es que le dé demasiado peso a las opiniones de los demás. Es sólo que siento que debería hacer algo, o que no estoy haciendo eso bien. Lo que otros piensen sería consecuencia de mi actuar, no la razón del mismo…"
Pero no dijo nada de esto a Rōga, sino que asintió, sonriente, pues valoraba que él deseara ayudarla en ese aspecto tan conplicado.
— Gracias, Rōga-san —Le dedicó una reverencia tan profunda como las olas le dejaran —, p-por tu consejo y… y consideración.
Ranko también acertó otra apuesta mental: ni siquiera el abuelo del peliazul conocía (al menos que se hubiese guardado su existencia) el Hachimon Tonkō. El chico parecía estar en el límite entre el interés y la incredulidad, o tal vez Ranko no había usado las palabras correctas.
—A-ahm… B-bueno, es que… —Se detuvo unos segundos, pensando un poco qué decir —. Ti-tienes que entrenar específicamente… Entrenarte para abrir esas Puertas. Todos podrían hacerlo, si supieran cómo, y si tuvieran la… ahm… voluntad. S-si el abuelo de Rōga-san quisiera hacerlo, tendría que entrenarse p-por un largo tiempo, a pesar de s-ser un… ahm… luchador veterano —"Un muy largo tiempo" añadió mentalmente. Casi sin darse cuenta, se movía más y más hacia el agua, muy lentamente —. Bueno… depende de qué puerta. Creo. La Primera te dejaría exhausto. La… La Octava… pues… te mata. Y si n-no te mides bien en cualquiera, podrías… podrías romper tu cuerpo.
A lo lejos, ahora cerca de su familia, se podría ver a su madre, nadando e invitando a Kuumi a unírsele. Ranko suspiró, un leve miedo de que le pasara eso cruzó su cuerpo.
—¿Q-qué más heróico que darlo todo? —La melancolía hizo extraño acto de presencia en los ojos de Ranko, aunque fuese por un instante.
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