19/07/2019, 02:25
(Última modificación: 19/07/2019, 02:25 por Sagiso Ranko.)
"¡Mei-san quiere combatir!"
El corazón de Ranko se emocionó, pues una buena práctica siempre era bienvenida. Mei, a pesar de su apariencia, había demostrado su uso de Raiton, y posiblemente escondía muchos trucos debajo de su manga. Comenzó a preguntarse qué tan fuertes eran sus puñetazos.
Sin embargo, Mei hizo algo que obligó a Ranko a tomar una decisión absoluta: se transformó en Kuumi mediante el Henge no jutsu. Claro, sus ojos eran diferentes, y su nariz no se parecía tanto, pero la similitud era evidente. Ranko se quedó con ojos como platos por unos segundos, pero no tardó en sonreír.
—Eso… Eso es cruel, Mei-san.
Ranko se arrepintió de no haber llevado sus pantalones, pero agradeció haberse puesto un pantaloncillo muy corto debajo del yukata, pues era demasiado penosa como para llevar solamente ropa interior debajo. Se inclinó y tiró con fuerza de la parte inferior de su prenda, rasgando el yukata al nivel de la rodilla. Ahora podría separar sus piernas adecuadamente para dar sus patadas a como quisiera. Depositó la tira que había arrancado sobre una roca, esperando no olvidarla después, y comenzó a estirarse y calentar sus extremidades, aunque ya estaba sudando un poco por las termas que estaban cerca.
—Pero acepto.
La voz de Ranko se tornaría rígida, seria, aunque emocionada. Como otras veces, entrar en batalla le hacía olvidar casi todo. Se colocó en su postura, la del Conejo Blanco, con la pierna izquierda estirada y la derecha flexionada, el brazo izquierdo paralelo al suelo y el derecho perpendicular a éste.
Un instante después, flexionó ambas piernas y se lanzó con tanta fuerza hacia Mei que rompió el terreno, resquebrajando la roca bajo sus pies. El veloz salto acabaría con una patada voladora dirigida al vientre de KuuMei. No sabría qué esperar de Mei, solo que sentía muy bien atacar a la terca de su hermana.
—¡Hitoshin!
El corazón de Ranko se emocionó, pues una buena práctica siempre era bienvenida. Mei, a pesar de su apariencia, había demostrado su uso de Raiton, y posiblemente escondía muchos trucos debajo de su manga. Comenzó a preguntarse qué tan fuertes eran sus puñetazos.
Sin embargo, Mei hizo algo que obligó a Ranko a tomar una decisión absoluta: se transformó en Kuumi mediante el Henge no jutsu. Claro, sus ojos eran diferentes, y su nariz no se parecía tanto, pero la similitud era evidente. Ranko se quedó con ojos como platos por unos segundos, pero no tardó en sonreír.
—Eso… Eso es cruel, Mei-san.
Ranko se arrepintió de no haber llevado sus pantalones, pero agradeció haberse puesto un pantaloncillo muy corto debajo del yukata, pues era demasiado penosa como para llevar solamente ropa interior debajo. Se inclinó y tiró con fuerza de la parte inferior de su prenda, rasgando el yukata al nivel de la rodilla. Ahora podría separar sus piernas adecuadamente para dar sus patadas a como quisiera. Depositó la tira que había arrancado sobre una roca, esperando no olvidarla después, y comenzó a estirarse y calentar sus extremidades, aunque ya estaba sudando un poco por las termas que estaban cerca.
—Pero acepto.
La voz de Ranko se tornaría rígida, seria, aunque emocionada. Como otras veces, entrar en batalla le hacía olvidar casi todo. Se colocó en su postura, la del Conejo Blanco, con la pierna izquierda estirada y la derecha flexionada, el brazo izquierdo paralelo al suelo y el derecho perpendicular a éste.
Un instante después, flexionó ambas piernas y se lanzó con tanta fuerza hacia Mei que rompió el terreno, resquebrajando la roca bajo sus pies. El veloz salto acabaría con una patada voladora dirigida al vientre de KuuMei. No sabría qué esperar de Mei, solo que sentía muy bien atacar a la terca de su hermana.
—¡Hitoshin!
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