24/07/2019, 21:43
Como en otras ocasiones, Ranko tuvo un conflicto interno.
No sabía si sería aceptable invitar a alguien a un picnic playero familiar, pero no sería muy amable ir a comer y dejar a su amigo solo. Además, era libre de hacerlo, ¿no? No, probablemente no. ¡Pero ya lo había ofrecido! Sería de muy mala educación retractarse ahora. Y ella realmente quería invitarlo.
Como si fuese un reflejo, volteó a ver a su familia. Justo en ese momento, su padre alzaba el brazo y le hacía un gesto, llamándolos. Ranko sonrió, asintió y regresó un saludo con el brazo.
—¡Mira! N-no hay problema, Rōga-san. ¡Puedes venir! —dijo, caminando entre las olas para salir del mar.
Fue hasta las rocas y recogió su falda. No se la puso, pues ella estaba empapada, solo se acomodó su cabellera, de manera que el viento no la hiciera suya en exceso, y esperó a Rōga en la orilla, si es que él no la había alcanzado todavía.
Caminaría después, con el peliazul a su lado y una cara rosada.
—Ahm.. —Pensó velozmente en cosas que debiera decirle, alguna advertencia sobre su familia, o algo así —. K-Kuumi es algo agresiva, p-pero parece que hoy está tranquila. Tuvi… Ahm… Tuvimos una pequeña pelea hace un tiempecillo… Y padre es bastante educado y propio… aunque un tanto parlanchín. Y madre… pues ya la has conocido.
Al llegar, algunas cosas habían cambiado desde que Ranko se había alejado: había un par más de parasoles, las mantas sobre la arena tenían varias canastas abiertas con comida variada (sándwiches pequeños, gyozas, onigiri, mochi, entre otros), y había una parrilla a un par de metros, con varios cortes asándose lentamente. Uno de los sirvientes de la casa Sagisō atendía las carnes.
Kizaemon estaba sentado sobre una de las mantas, soplándose con un pequeño abanico. Komachi y Kuumi regresaban de la orilla, la madre riendo por haber logrado lanzar a su hija al mar, y la pequeña con el ceño fruncido por lo mismo.
—Oh, ¿Qué tenemos aquí? ¿Un amigo de Ranko? —El padre se veía intrigado por el chico.
—S-s-sí. E-es… Él es… —Pero Ranko no pudo expresarse bien. Por un momento, su madre dio la impresión de querer continuar la presentación, pero no habló. La genin solo logró dirigirle una mirada tímida al chico.
—¡Mucho gusto! —El padre no esperó más, y le extendió la mano sin levantarse de su lugar —. Mi nombre es Sagisō Kizaemon. Bienvenido a nuestro campamento playero.
Acto seguido reiría.
No sabía si sería aceptable invitar a alguien a un picnic playero familiar, pero no sería muy amable ir a comer y dejar a su amigo solo. Además, era libre de hacerlo, ¿no? No, probablemente no. ¡Pero ya lo había ofrecido! Sería de muy mala educación retractarse ahora. Y ella realmente quería invitarlo.
Como si fuese un reflejo, volteó a ver a su familia. Justo en ese momento, su padre alzaba el brazo y le hacía un gesto, llamándolos. Ranko sonrió, asintió y regresó un saludo con el brazo.
—¡Mira! N-no hay problema, Rōga-san. ¡Puedes venir! —dijo, caminando entre las olas para salir del mar.
Fue hasta las rocas y recogió su falda. No se la puso, pues ella estaba empapada, solo se acomodó su cabellera, de manera que el viento no la hiciera suya en exceso, y esperó a Rōga en la orilla, si es que él no la había alcanzado todavía.
Caminaría después, con el peliazul a su lado y una cara rosada.
—Ahm.. —Pensó velozmente en cosas que debiera decirle, alguna advertencia sobre su familia, o algo así —. K-Kuumi es algo agresiva, p-pero parece que hoy está tranquila. Tuvi… Ahm… Tuvimos una pequeña pelea hace un tiempecillo… Y padre es bastante educado y propio… aunque un tanto parlanchín. Y madre… pues ya la has conocido.
Al llegar, algunas cosas habían cambiado desde que Ranko se había alejado: había un par más de parasoles, las mantas sobre la arena tenían varias canastas abiertas con comida variada (sándwiches pequeños, gyozas, onigiri, mochi, entre otros), y había una parrilla a un par de metros, con varios cortes asándose lentamente. Uno de los sirvientes de la casa Sagisō atendía las carnes.
Kizaemon estaba sentado sobre una de las mantas, soplándose con un pequeño abanico. Komachi y Kuumi regresaban de la orilla, la madre riendo por haber logrado lanzar a su hija al mar, y la pequeña con el ceño fruncido por lo mismo.
—Oh, ¿Qué tenemos aquí? ¿Un amigo de Ranko? —El padre se veía intrigado por el chico.
—S-s-sí. E-es… Él es… —Pero Ranko no pudo expresarse bien. Por un momento, su madre dio la impresión de querer continuar la presentación, pero no habló. La genin solo logró dirigirle una mirada tímida al chico.
—¡Mucho gusto! —El padre no esperó más, y le extendió la mano sin levantarse de su lugar —. Mi nombre es Sagisō Kizaemon. Bienvenido a nuestro campamento playero.
Acto seguido reiría.
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