30/07/2019, 15:14
El padre de la familia estalló en una carcajada.
—¡Me caes bien, muchacho! Pues verás, realmente sí hay alguno que puede hacer cosas con plantas… —Kizaemon se rascó la barbilla. Charlaba con muchas personas, y en algún momento le había llegado el comentario de que alguien usaba ciertos jutsus especiales relacionados con madera. Aunque hacía tiempo de ello, y nunca lo confirmó.
Cuando Rōga mencionó que los Sagisō eran importantes, el pecho de Kizaemon se inflamó de orgullo, mas cuando dijo que Ranko no le había contado eso, el hombre le dirigió una mirada extraña, algo decepcionada, a su hija. La kunoichi alta enrojeció como otras veces y comenzó a sudar, mientras se encogía de hombros. No portaba su bandana al cuello, como solía hacer, pues sólo vestía su traje de baño, así que no podía siquiera intentar esconder el rostro.
—A-ahm… Y-yo…
—Ranko, ya hemos tenido esta plática. El nombre y el emblema Sagisō deben portarse en alto, mostrarse a quien quiera ver hacia arriba, y nunca ocultarse. —Una vez más, las palabras del hombre no sonaban a regaño, pero sí tenían un tono serio.
—Y-y-... Lo-Lo sé. E-es… Es sólo…
—Ran-chan, está bien —Komachi bebió un sorbo del té que un sirviente le había entregado —. Tal vez no salió a colación, querido. Al final nuestra Ran-chan probó de lo que es capaz una Sagisō en combate, ¿Me equivoco, Rōga-kun?
Ranko se sintió aliviada de que su madre la excusara así, pues ella conocía y tomaba en cuenta sus problemas de interacción social. Kuumi volteaba de vez en cuando, como si quisiera escuchar qué tan bien había peleado su hermana. Kizaemon sólo suspiró, para luego voltear a ver al Amejin, esperando que confirmara lo que Komachi decía.
—¡Me caes bien, muchacho! Pues verás, realmente sí hay alguno que puede hacer cosas con plantas… —Kizaemon se rascó la barbilla. Charlaba con muchas personas, y en algún momento le había llegado el comentario de que alguien usaba ciertos jutsus especiales relacionados con madera. Aunque hacía tiempo de ello, y nunca lo confirmó.
Cuando Rōga mencionó que los Sagisō eran importantes, el pecho de Kizaemon se inflamó de orgullo, mas cuando dijo que Ranko no le había contado eso, el hombre le dirigió una mirada extraña, algo decepcionada, a su hija. La kunoichi alta enrojeció como otras veces y comenzó a sudar, mientras se encogía de hombros. No portaba su bandana al cuello, como solía hacer, pues sólo vestía su traje de baño, así que no podía siquiera intentar esconder el rostro.
—A-ahm… Y-yo…
—Ranko, ya hemos tenido esta plática. El nombre y el emblema Sagisō deben portarse en alto, mostrarse a quien quiera ver hacia arriba, y nunca ocultarse. —Una vez más, las palabras del hombre no sonaban a regaño, pero sí tenían un tono serio.
—Y-y-... Lo-Lo sé. E-es… Es sólo…
—Ran-chan, está bien —Komachi bebió un sorbo del té que un sirviente le había entregado —. Tal vez no salió a colación, querido. Al final nuestra Ran-chan probó de lo que es capaz una Sagisō en combate, ¿Me equivoco, Rōga-kun?
Ranko se sintió aliviada de que su madre la excusara así, pues ella conocía y tomaba en cuenta sus problemas de interacción social. Kuumi volteaba de vez en cuando, como si quisiera escuchar qué tan bien había peleado su hermana. Kizaemon sólo suspiró, para luego voltear a ver al Amejin, esperando que confirmara lo que Komachi decía.
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