3/08/2019, 06:11
El pastor alzó la vista, fijándose rápidamente en la bandana del más joven y sonriendo amablemente con la tranquilidad de quién nunca ha sufrido penuria alguna en su vida.
—¿Qué cómo puedes llegar a Villa Odei? ¡Sigue recto veinte metros al frente!— empezó a reír sujetándose el estómago. —¿El alcalde?— giró su cabeza y se sujetó el mentón. —Si necesitas hacer alguna diligencia con él yo puedo encaminarte, que también voy de regreso. ¡Acompáñame!— le indicó con la mano el camino.
Ya adentrándose en el pueblo, notaría que estaba mucho mejor organizado de lo que podría esperarse en una zona tan rural. Las calles tenían empedrado, las casas eran de madera pero con techos en lámina y ventanas con cristales. Si bien el desorden de sus edificios lo volvían un auténtico laberinto, era un sitio mucho más limpio y agradable de lo esperado, siendo que incluso había locales con ventas dispuestos de forma aleatoria en la localidad
—¡Esa es la alcaldía!— señaló un edificio a lo lejos un poco más grande que el resto y que tenía una base de ladrillos en su construcción. —Perdona que no te pueda llevar directamente, pero debo resguardar a mi rebaño. ¡Suerte!— se despidió quitándose y colocándose el sombrero, y de inmediato se perdió junto con sus animales entre las desordenadas viviendas.
—¿Qué cómo puedes llegar a Villa Odei? ¡Sigue recto veinte metros al frente!— empezó a reír sujetándose el estómago. —¿El alcalde?— giró su cabeza y se sujetó el mentón. —Si necesitas hacer alguna diligencia con él yo puedo encaminarte, que también voy de regreso. ¡Acompáñame!— le indicó con la mano el camino.
Ya adentrándose en el pueblo, notaría que estaba mucho mejor organizado de lo que podría esperarse en una zona tan rural. Las calles tenían empedrado, las casas eran de madera pero con techos en lámina y ventanas con cristales. Si bien el desorden de sus edificios lo volvían un auténtico laberinto, era un sitio mucho más limpio y agradable de lo esperado, siendo que incluso había locales con ventas dispuestos de forma aleatoria en la localidad
—¡Esa es la alcaldía!— señaló un edificio a lo lejos un poco más grande que el resto y que tenía una base de ladrillos en su construcción. —Perdona que no te pueda llevar directamente, pero debo resguardar a mi rebaño. ¡Suerte!— se despidió quitándose y colocándose el sombrero, y de inmediato se perdió junto con sus animales entre las desordenadas viviendas.