5/08/2019, 04:14
El interior del inmueble se mostraba humilde y sobrio a partes iguales. Tenían un alfombrado sencillo y macetas con helechos de cola de quetzal colgando a la par de las ventanas en los laterales. Tenía una pequeña recepción, siendo que al fondo era apreciable una escalera que daba al piso superior, una puerta con un letrero que prohibía el paso y un escritorio a la par de esta. Sentado en este último se hallaba una muchacha joven de blusa formal celeste, falda no muy corta pero no tan larga y sandalias sencillas. Se encontraba leyendo unos papeles y organizándolos, aunque tuvo que detenerse en su labor al notar la presencia del recién llegado.
—Ouh, buenas tardes— Se irguió al notar la placa en el cuello del joven. —¿Hay algo en lo que pueda ayudarle, shinobi-san?— Dijo amablemente mientras mostraba su mejor sonrisa.
Increíblemente, en Villa Odei todos parecían sociales y cordiales, pese a que el pueblo en sí era pequeño y sencillo.
—Ouh, buenas tardes— Se irguió al notar la placa en el cuello del joven. —¿Hay algo en lo que pueda ayudarle, shinobi-san?— Dijo amablemente mientras mostraba su mejor sonrisa.
Increíblemente, en Villa Odei todos parecían sociales y cordiales, pese a que el pueblo en sí era pequeño y sencillo.