8/08/2019, 00:26
Ranko sintió algo extraño. Su primera patada logró impactar en el cuerpo de la Uzujin, pero la segunda golpeó algo que no era su cuerpo. Se sintió como si golpeara un arbusto, o una nube de polvo con gravilla. Un intenso dolor siguió a su aterrizaje.
"¿Qué…? ¿Qué rayos fue eso?"
Tardó un instante en darse cuenta de la masa de insectos que rodeaba su pierna, y que pronto se retraía para ir a con Mei.
"¿QUÉ? ¿QUÉ JUTSU ES ÉSE?"
Un fuerte escalofrío recorrería todo su cuerpo, en especial la pierna, la cual sentía arder bastante. No le tenía un asco serio a los insectos, pero el darse cuenta que había pateado una bola de bichos le dio un revoltijo a su estómago. Y no sólo eso, sino que los bichos le habían devuelto el favor, mordiendo o picando, o haciendo lo que hicieren, a su pierna. El dolor y el cansancio ya hacían de las suyas, y no dejaban que se concentrase mucho.
—¡M-Mei-san! ¿Q-qué son ésos…? ¿De dónde salieron? ¿Qué...?
Pero su respiración se hizo más y más pesada, y pronto sintió que no podría continuar. Había calculado bien: sólo había podido hacer un par de movimientos más. Mei, a pesar de parecer estar cerca del cansancio, le había superado. Ranko rompió su postura y relajó los brazos. Sus piernas le dolían mucho, y tenía ganas de recostarse sobre la roca agrietada y salpicada de agua ardiente. Se inclinó, apoyando sus manos en sus rodillas, cansada. No obstante, sonreía.
—Creo… Creo que a-ahora sí fue suficiente… Para mí.
"¿Qué…? ¿Qué rayos fue eso?"
Tardó un instante en darse cuenta de la masa de insectos que rodeaba su pierna, y que pronto se retraía para ir a con Mei.
"¿QUÉ? ¿QUÉ JUTSU ES ÉSE?"
Un fuerte escalofrío recorrería todo su cuerpo, en especial la pierna, la cual sentía arder bastante. No le tenía un asco serio a los insectos, pero el darse cuenta que había pateado una bola de bichos le dio un revoltijo a su estómago. Y no sólo eso, sino que los bichos le habían devuelto el favor, mordiendo o picando, o haciendo lo que hicieren, a su pierna. El dolor y el cansancio ya hacían de las suyas, y no dejaban que se concentrase mucho.
—¡M-Mei-san! ¿Q-qué son ésos…? ¿De dónde salieron? ¿Qué...?
Pero su respiración se hizo más y más pesada, y pronto sintió que no podría continuar. Había calculado bien: sólo había podido hacer un par de movimientos más. Mei, a pesar de parecer estar cerca del cansancio, le había superado. Ranko rompió su postura y relajó los brazos. Sus piernas le dolían mucho, y tenía ganas de recostarse sobre la roca agrietada y salpicada de agua ardiente. Se inclinó, apoyando sus manos en sus rodillas, cansada. No obstante, sonreía.
—Creo… Creo que a-ahora sí fue suficiente… Para mí.
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