11/08/2019, 21:11
(Última modificación: 11/08/2019, 21:16 por Okumura Kouji. Editado 2 veces en total.)
Mientras tanto, Kouji se encontraba entre el gentío animado por el desenlace, pero distraído por otro asunto. — Puah, que calor… — Dejo salir. Su pelo, que acababa de secarse con los rayos del sol, ahora se humedecía nuevamente por el sudor de su frente. Esa era la parte menos agradable para él de ese lugar, pues estaba acostumbrado a los helados aguaceros de su tierra natal. Su vestimenta tan abrigada y las botas a prueba de agua tampoco mejoraban la situación.
—.Bueno, pero este año no tendrás que preocuparte por eso, él no está participando, recuperaran el honor y estará más relajada—
La cocinera desvió la mirada. — Supongo que sí…— Se mantuvo introspectiva unos instantes, con la mano en el mentón. — No lo sé… quizá estoy siendo un poco dura con él.— Dudó, porque en el fondo se estaba encariñado con ese asiduo admirador de su cocina.
— En fin, supongo que tienes algo para mi ¿No? — A su momento, recibió la bolsita en ambas manos. Seguidamente, soltó un poco el cordel y abrió apenas suficiente para echar una ojeada a su contenido. Complacida en su semblante, dijo: — Muy bien. — y la volvió a cerrar bien. La puso a resguardo en un bolsillo de su delantal.
— ¡Oh claro! Ya te doy el recado, solo déjame busc- — Súbitamente, uno de los comensales se levantó de la mesa, y un estruendo gutural, como el rugido de un enorme animal, se hizo sentir en cada esquina del establecimiento.
Inmediatamente y sin decir nada más, Onome se levantó de su puesto, casi corriendo hacia una bandeja con tres vasos de leche encima. Haciendo gala de una coordinación sorprendente, consiguió colocar la bandeja en la mesa donde permanecía de pie quien acababa de ganar esa ronda: aquella persona obesa y andrógina, que vociferaba triunfalmente hacia la multitud. —Triunfador de la segunda ronda: ¡Akimichi Natsu! — La señora levantaba su brazo conjuntamente en señal de victoria. — ¡Los invitamos a entrar y disfrutar de nuestro menú especial de verano antes de pasar con la última ronda, que determinará quién será el ganador del gran premio¡— Frente a la multitud, Natsu bebió el vaso de leche tan rápido que al menos la mitad se derramó encima. Se despidió con otro eructo menos fuerte que el primero, dándose la vuelta y dirigiéndose ambos al interior del restaurante.
« Puff… que ser tan repulsivo.» Sintió asco para sus adentros. No era la primera vez que veía ese tipo de exhibición, mas no lo toleraba en lo absoluto.
Un rugido de su estomago lo sacó de sus pensamientos, azuzándolo a ir por comida de una buena vez. Sin embargo, con la presencia de olores de tan deliciosos platillos, muchos de los espectadores que estaban allí tuvieron la misma idea y la entrada al puesto de comida comenzó a congestionarse. Sin duda, este año se hacía más cuesta arriba satisfacer sus deseos de exquisita comida picante.
Onome, con una sonrisa de orgullo, se acercaba hacia la mesa de Mei acompañada de la Akimichi. — Mei, te presento a mi sobrina, Natsu.— Señaló a la campeona de la ronda anterior, quien no hacía más que examinar con la mirada a la muchacha de Uzushiogakure. — ¡Un gusto! — Saludo levantando la mano, de manera tosca. Su aspecto era la una persona joven, pero su voz sonaba algo ronca para ser una mujer. Además, de cerca no se validaba mejor su género.
Intervino Onome nuevamente, dirigiéndose a Mei. — Dame unos minutos para traerte lo de tu padre y servirte un buen plato de ramen con cerdo ¿Se te antoja? ¡A que no! — Preguntó con cariño, todavía alegre por la victoria de su sobrina. Al ver como el establecimiento comenzó a llenarse, se dio la vuelta y se dirigió rápidamente a la cocina, un cuarto que no era visible desde las mesas.
De pie frente a la mesa, la chica de rasgos gruesos intervino abruptamente, como tratando de evitar un silencio incómodo. — Y bien ¿Te gustó el concurso? — Se recargó apoyando la mano sobre la mesa. De pronto, toda su atención estaba sobre ella.
Una sonrisa torcida se atisbaba entre pinceladas de curry que manchaban sus labios, mientras sus ojos indiscretos se posaban en las orejas la kunoichi. — Me encantan esos pendientes que llevas puesto.— Se refería a las calaveras de color metálico que usaba como accesorios —Te ves guapa con ellos. — Disparó. Para buen entendedor, pocas palabras.
En el interior del restaurante
—.Bueno, pero este año no tendrás que preocuparte por eso, él no está participando, recuperaran el honor y estará más relajada—
La cocinera desvió la mirada. — Supongo que sí…— Se mantuvo introspectiva unos instantes, con la mano en el mentón. — No lo sé… quizá estoy siendo un poco dura con él.— Dudó, porque en el fondo se estaba encariñado con ese asiduo admirador de su cocina.
— En fin, supongo que tienes algo para mi ¿No? — A su momento, recibió la bolsita en ambas manos. Seguidamente, soltó un poco el cordel y abrió apenas suficiente para echar una ojeada a su contenido. Complacida en su semblante, dijo: — Muy bien. — y la volvió a cerrar bien. La puso a resguardo en un bolsillo de su delantal.
— ¡Oh claro! Ya te doy el recado, solo déjame busc- — Súbitamente, uno de los comensales se levantó de la mesa, y un estruendo gutural, como el rugido de un enorme animal, se hizo sentir en cada esquina del establecimiento.
—BURRRRRRRRRRRRRP—
Inmediatamente y sin decir nada más, Onome se levantó de su puesto, casi corriendo hacia una bandeja con tres vasos de leche encima. Haciendo gala de una coordinación sorprendente, consiguió colocar la bandeja en la mesa donde permanecía de pie quien acababa de ganar esa ronda: aquella persona obesa y andrógina, que vociferaba triunfalmente hacia la multitud. —Triunfador de la segunda ronda: ¡Akimichi Natsu! — La señora levantaba su brazo conjuntamente en señal de victoria. — ¡Los invitamos a entrar y disfrutar de nuestro menú especial de verano antes de pasar con la última ronda, que determinará quién será el ganador del gran premio¡— Frente a la multitud, Natsu bebió el vaso de leche tan rápido que al menos la mitad se derramó encima. Se despidió con otro eructo menos fuerte que el primero, dándose la vuelta y dirigiéndose ambos al interior del restaurante.
Fuera del restaurante
« Puff… que ser tan repulsivo.» Sintió asco para sus adentros. No era la primera vez que veía ese tipo de exhibición, mas no lo toleraba en lo absoluto.
Un rugido de su estomago lo sacó de sus pensamientos, azuzándolo a ir por comida de una buena vez. Sin embargo, con la presencia de olores de tan deliciosos platillos, muchos de los espectadores que estaban allí tuvieron la misma idea y la entrada al puesto de comida comenzó a congestionarse. Sin duda, este año se hacía más cuesta arriba satisfacer sus deseos de exquisita comida picante.
En el interior del restaurante otra vez...
Onome, con una sonrisa de orgullo, se acercaba hacia la mesa de Mei acompañada de la Akimichi. — Mei, te presento a mi sobrina, Natsu.— Señaló a la campeona de la ronda anterior, quien no hacía más que examinar con la mirada a la muchacha de Uzushiogakure. — ¡Un gusto! — Saludo levantando la mano, de manera tosca. Su aspecto era la una persona joven, pero su voz sonaba algo ronca para ser una mujer. Además, de cerca no se validaba mejor su género.
Intervino Onome nuevamente, dirigiéndose a Mei. — Dame unos minutos para traerte lo de tu padre y servirte un buen plato de ramen con cerdo ¿Se te antoja? ¡A que no! — Preguntó con cariño, todavía alegre por la victoria de su sobrina. Al ver como el establecimiento comenzó a llenarse, se dio la vuelta y se dirigió rápidamente a la cocina, un cuarto que no era visible desde las mesas.
De pie frente a la mesa, la chica de rasgos gruesos intervino abruptamente, como tratando de evitar un silencio incómodo. — Y bien ¿Te gustó el concurso? — Se recargó apoyando la mano sobre la mesa. De pronto, toda su atención estaba sobre ella.
Una sonrisa torcida se atisbaba entre pinceladas de curry que manchaban sus labios, mientras sus ojos indiscretos se posaban en las orejas la kunoichi. — Me encantan esos pendientes que llevas puesto.— Se refería a las calaveras de color metálico que usaba como accesorios —Te ves guapa con ellos. — Disparó. Para buen entendedor, pocas palabras.
— Hablo « Pienso »
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