13/08/2019, 14:43
Algo bueno que tal vez podía sacar de enfrentarse a muchos usuarios de Raiton era que ya comenzaba a reconocer sus ataques. Aquellas agujas, por ejemplo, habían sido utilizadas por Yota tiempo atrás, aunque no recordaba que su nombre fuese Yōru main. En realidad no recordaba si el rubio había dicho su nombre. Y por la misma razón, sabía que no ni de asomo lo suficientemente rápida para esquivarlo, y que no sería tan veloz como para invocar un muro de tierra para detenerlo.
Se cubrió parte del rostro y el pecho con los brazos, intentando no obstaculizar su visión, y avanzó. Las agujas impactaron en sus piernas, vientre y brazos, ralentizándola, pero Ranko apretó los dientes, tragando el dolor. Tenía que hacer un último movimiento, una última demostración de su fuerza. Sintió que las piernas flaqueaban y el aire se le acababa, y no importaba si no era suficiente para derrotarlo, tenía que mostrar que al menos podía alcanzarlo. Un poco.
Ranko correría hasta Rōga, ahogando un grito de dolor, con mirada seria, agresiva y decidida. Se prepararía, entonces, concentrando chakra en la pierna derecha. Cuando estuviese cerca de él, lanzaría su patada. Su técnica más reciente, lista para ser probada. En su mente, Rōga podría esquivarla fácilmente, pero tenía que intentarlo. No podía quedarse atrás, ni física ni anímicamente.
—¡Hakuto no Shun-!
Pero su pierna se detuvo apenas alzada. Una mano salida de la nada atrapó el tobillo de Ranko y lo depositó gentilmente en la arena. Esa mano se dirigió como un rayo y tomó la muñeca de Rōga.
—¡Ding ding! ¡Tenemos un ganador! —dijo una Komachi sonriente, salida de la nada, mientras alzaba el brazo del peliazul, como si fuese el vencedor en un combate extranjero llamado “boxeo”.
Ranko cayó sentada en la arena, confundida.
—P-pero… ¡madre!
—Hemos visto suficiente —comentó con voz alegre y una sonrisa satisfecha en su rostro —. ¡Ha sido muy divertido! Pero ya es hora de parar, ¿no crees?
Ranko sintió una mezcolanza de emociones. Se sentía un poco molesta por la interrupción, decepcionada por no haber demostrado o dado todo de sí, triste por no haber terminado el combate sin intercesiones, y apenada porque ¿qué pensaría Rōga de ella ahora?
—Eres realmente fuerte, Rōga-kun. Eres muy versado en Raiton —Komachi ya había soltado su muñeca —. Ran-chan, lo hiciste bien, pero te distrajiste. ¡Lo dejaste respirar! Ahora, vamos. ¡Qué mejor que algo para recuperar energías después de un combate!
La pelirroja les hizo señas de regresar a donde estaban los parasoles y el resto de la familia Sagisō. Pero Ranko permaneció sentada en la arena un rato. Se echó hacia atrás y se acostó, resollando.
Se cubrió parte del rostro y el pecho con los brazos, intentando no obstaculizar su visión, y avanzó. Las agujas impactaron en sus piernas, vientre y brazos, ralentizándola, pero Ranko apretó los dientes, tragando el dolor. Tenía que hacer un último movimiento, una última demostración de su fuerza. Sintió que las piernas flaqueaban y el aire se le acababa, y no importaba si no era suficiente para derrotarlo, tenía que mostrar que al menos podía alcanzarlo. Un poco.
Ranko correría hasta Rōga, ahogando un grito de dolor, con mirada seria, agresiva y decidida. Se prepararía, entonces, concentrando chakra en la pierna derecha. Cuando estuviese cerca de él, lanzaría su patada. Su técnica más reciente, lista para ser probada. En su mente, Rōga podría esquivarla fácilmente, pero tenía que intentarlo. No podía quedarse atrás, ni física ni anímicamente.
—¡Hakuto no Shun-!
Pero su pierna se detuvo apenas alzada. Una mano salida de la nada atrapó el tobillo de Ranko y lo depositó gentilmente en la arena. Esa mano se dirigió como un rayo y tomó la muñeca de Rōga.
—¡Ding ding! ¡Tenemos un ganador! —dijo una Komachi sonriente, salida de la nada, mientras alzaba el brazo del peliazul, como si fuese el vencedor en un combate extranjero llamado “boxeo”.
Ranko cayó sentada en la arena, confundida.
—P-pero… ¡madre!
—Hemos visto suficiente —comentó con voz alegre y una sonrisa satisfecha en su rostro —. ¡Ha sido muy divertido! Pero ya es hora de parar, ¿no crees?
Ranko sintió una mezcolanza de emociones. Se sentía un poco molesta por la interrupción, decepcionada por no haber demostrado o dado todo de sí, triste por no haber terminado el combate sin intercesiones, y apenada porque ¿qué pensaría Rōga de ella ahora?
—Eres realmente fuerte, Rōga-kun. Eres muy versado en Raiton —Komachi ya había soltado su muñeca —. Ran-chan, lo hiciste bien, pero te distrajiste. ¡Lo dejaste respirar! Ahora, vamos. ¡Qué mejor que algo para recuperar energías después de un combate!
La pelirroja les hizo señas de regresar a donde estaban los parasoles y el resto de la familia Sagisō. Pero Ranko permaneció sentada en la arena un rato. Se echó hacia atrás y se acostó, resollando.
Pensamientos (Plum) ✧ Diálogos (PaleVioletRed)