13/08/2019, 17:10
Ella recibió su impacto de lleno, sin poder hacer nada. "¿Eso es todo?" A decir verdad, estaba un poco desilusionado al respecto. Sin embargo, eso derivó en una preocupación al ver que la kunoichi seguía en pie dispuesta a dar guerra pese al castigo recibido. "Oh no." Aquella carga en su contra no era la de un guerrero, sino la de un animal acorralado y desesperado. Tan inútil cómo patética. "Así no." Si la Princesa Conejo no se había dado cuenta de que había alcanzado su límite, no tendría más opción que detenerla para que no se lastimara a sí misma.
Pero para su suerte, fue la propia Komachi quién entendió la situación y antes de darse cuenta ella ya había entrado al campo de batalla para dar por finiquitado el asunto antes de que pasara a mayores. "Bueno, no tuve que recurrir al KO." Suspiró aliviado mientras la mujer les invitaba a tomar asiento bajo la sombra.
Rōga vio a la kunoichi respirando con dificultad y puso cara de aflicción, preocupado por su estado. "Ay no." Pegó un saltito hasta quedar a su lado, agachando un poco la cabeza e inclinándose para observarla de manera que su sombra tapada del sol el rostro de la chica.
—¿Estás bien?— Preguntó con ojos de cachorrito. —No era mi intención lastimarte de manera severa— Se llevó la mano diestra al brazo contrario, sobándose un moretón que poco a poco empezaba a formarse por el daño de la técnica de tierra de la kunoichi. Aún así, estaba más afligido por ella que por él mismo.
Pero para su suerte, fue la propia Komachi quién entendió la situación y antes de darse cuenta ella ya había entrado al campo de batalla para dar por finiquitado el asunto antes de que pasara a mayores. "Bueno, no tuve que recurrir al KO." Suspiró aliviado mientras la mujer les invitaba a tomar asiento bajo la sombra.
Rōga vio a la kunoichi respirando con dificultad y puso cara de aflicción, preocupado por su estado. "Ay no." Pegó un saltito hasta quedar a su lado, agachando un poco la cabeza e inclinándose para observarla de manera que su sombra tapada del sol el rostro de la chica.
—¿Estás bien?— Preguntó con ojos de cachorrito. —No era mi intención lastimarte de manera severa— Se llevó la mano diestra al brazo contrario, sobándose un moretón que poco a poco empezaba a formarse por el daño de la técnica de tierra de la kunoichi. Aún así, estaba más afligido por ella que por él mismo.