20/08/2019, 22:05
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Ranko despertó un buen rato después, justo cuando el cielo perdía su color naranja tarde y comenzaba a ganar trazas oscuras. Se sentía mucho mejor, habiéndole dado un tiempecito a su cuerpo para recuperarse, y se podría decir que estaba fresca como una rosa. Después de estirarse en su lugar, se dio cuenta de que Rōga seguía allí.
—Bienvenida de vuelta, Ran-chan. —Kuumi se metía una galleta a la boca y masticaba lentamente. Había decidido bañarse un rato junto con su madre, y ahora estaban ambas de vuelta sobre las mantas.
Kizaemon no había tocado el agua, sino que se había quedado bajo los parasoles, los cuales habían sido retirados ya, pues la intensidad del sol había bajado considerablemente. El señor se había levantado un par de veces para estirarse y andar un poco, para luego volver a sentarse.
—¿Eh? —El rostro de la kunoichi se tornó carmesí al instante —. ¡AAAH! ¡R-Rōga-san! ¡Lo s-siento! ¡N-no fue mi intención q-quedarme dormida a-así!
La chica se cubriría ligeramente el rostro con las manos. Una cosa era hacer algo vergonzoso, como equivocarse al pronunciar el apellido del chico. Otra, de un nivel de pena unas treinta veces mayor, era dormirse en presencia de un invitado. Ranko no sabría qué habría hecho Rōga todo ese rato, aunque afortunadamente el chico había congeniado lo suficiente con su padre como para que hubiese problema alguno.
—¿Q-qué pasó?
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