29/08/2019, 14:38
—Un… traidor… —repitió Ranko lentamente.
Aunque no fue tanto como un golpe de realidad, sí fue un llamado de alerta. Sí, había gente malvada en el mundo. Había gente capaz de dejar a sus amigos, a su patria detrás, gente capaz de hacer mucho daño. Gente que había dejado a su amigo por muerto. Tragó saliva, y un ligero temblor recorrió su psique.
”Y… ¿Y si algún día yo me topo con alguien así? ¿O con el mismo traidor? Si Rōga-san no pudo dañar a esta persona, yo… yo…”
Por un momento quiso preguntarle al peliazul el nombre de aquel traidor, para estar atenta en el futuro, pero se contuvo. En especial porque el chico mencionó a Kazuma, y cómo una persona que va en contra de la corriente es quien cambia al mundo. Y entonces una fibra más de Rōga salió a relucir: no quería volverse famoso sólo porque sí, o por la fortuna, quería ser una inspiración, compartir risas y emociones y esperanza. Ranko sonrió ante la nobleza del nindō del Amejin, aunque muy en lo profundo pensó que su propio objetivo de volverse una kunoichi de leyenda era demasiado mundano. Tal vez tendría que poner las cosas en perspectiva.
Pero eso sería después. Justo ese momento era para disfrutarse. El sol ya se había ocultado, ahora era la luna y las estrellas quienes acompañaban al conejo, el lobo y la arena. A lo lejos, la familia Sagisō había colocado unas antorchas largas para iluminar su área, y los sirvientes colocaban algunas tiendas para dormir. El mar había embravecido, pero el viento estaba más refrescante que nunca. Ranko asintió y se acomodó sobre una roca, y más que sentirla áspera, sintió que era el asiento en primera fila del mejor concierto.
—¡Por supuesto, Rōga-san! ¡Me encantaría escucharte!
Aunque no fue tanto como un golpe de realidad, sí fue un llamado de alerta. Sí, había gente malvada en el mundo. Había gente capaz de dejar a sus amigos, a su patria detrás, gente capaz de hacer mucho daño. Gente que había dejado a su amigo por muerto. Tragó saliva, y un ligero temblor recorrió su psique.
”Y… ¿Y si algún día yo me topo con alguien así? ¿O con el mismo traidor? Si Rōga-san no pudo dañar a esta persona, yo… yo…”
Por un momento quiso preguntarle al peliazul el nombre de aquel traidor, para estar atenta en el futuro, pero se contuvo. En especial porque el chico mencionó a Kazuma, y cómo una persona que va en contra de la corriente es quien cambia al mundo. Y entonces una fibra más de Rōga salió a relucir: no quería volverse famoso sólo porque sí, o por la fortuna, quería ser una inspiración, compartir risas y emociones y esperanza. Ranko sonrió ante la nobleza del nindō del Amejin, aunque muy en lo profundo pensó que su propio objetivo de volverse una kunoichi de leyenda era demasiado mundano. Tal vez tendría que poner las cosas en perspectiva.
Pero eso sería después. Justo ese momento era para disfrutarse. El sol ya se había ocultado, ahora era la luna y las estrellas quienes acompañaban al conejo, el lobo y la arena. A lo lejos, la familia Sagisō había colocado unas antorchas largas para iluminar su área, y los sirvientes colocaban algunas tiendas para dormir. El mar había embravecido, pero el viento estaba más refrescante que nunca. Ranko asintió y se acomodó sobre una roca, y más que sentirla áspera, sintió que era el asiento en primera fila del mejor concierto.
—¡Por supuesto, Rōga-san! ¡Me encantaría escucharte!
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