31/08/2019, 04:43
(Última modificación: 31/08/2019, 04:47 por Okumura Kouji. Editado 1 vez en total.)
—Es insoportable.— Opino sobre el calor, completando la frase. —No sé cómo pudo estar tanta gente allá afuera con este calor… aunque siento que aquí adentro no mejora mucho.— Tenía sudor en la frente y el cabello, pero a pesar de sufrir el embate de aquel clima al cual no estaba acostumbrado, apenas mostraba rasgos de incomodidad, pese a que sí se sentía agobiado.
Kouji se adelantó e hizo su pedido primero cuando el mesero se acercó. — Quiero un plato de Tantanmen, con algo de wasabi para acompañar si es posible. —Inquirió, y seguidamente el encargado tomó nota.
—Un té helado, por favor, estoy seca.—
— También uno para mí, por favor. — Dijo enseguida. El encargado preguntó si requerían algo más, para luego darse la vuelta y retornar a la cocina.
Casi de inmediato, la inigualable cocinera de aquel establecimiento al fin se apersonaba con un enorme plato de ramen entre las manos, lanzando una mirada azuzadora sobre el extranjero a la par que dejaba el voluptuoso platillo frente a su invitada, así como un par de palillos. Entre el festival de colores y aromas , el cerdo era el anfitrión de aquella comida, picado en lonjas de carne magra entre los noodles y los trozos de huevo cocido.
Sus ojos se volvieron hacia ella. — Espero que lo disfrutes. — Sin dejar a un lado aquella sonrisa, sacó de su delantal una pequeña bolsa, similar en tamaño y forma la primera que recibió, y extendiendo el puño cerrado la puso al alcance de Mei, esperando a que la recogiera en sus manos. — Esto es para tu padre. —
Reincorporanse, la canosa mujer se puso una mano en la cintura y se dirigió a Kouji. —Y tu ¿Qué vas a pedir? — Pese a su lenguaje corporal, su tono no fue agresivo ni tajante, mas sí directo. Tras ese momento, tardó solo un par de segundos en reaccionar. — Quiero un plato de arroz con salsa picante, como el de la competencia. — Dijo probando suerte, disimulando no haber hecho su pedido ya. — No sé porque insistes con eso si ya lo sabes— La señora se cruzó de brazos. — Solo sirvo esa comida para el desafío: es especial… — Desvió la mirada por un momento y se encogió de hombros. — Ya veo. Tenía que intentarlo— Trató de ocultar una sonrisa torcida, como la de un niño que hace una travesura. — Ya me atendieron, igualmente gracias. — La mujer enarcó una ceja de manera sarcástica.
— Como sea…—Intercambió su atención a la kunoichi otra vez — Voy a seguir ocupada por aquí un rato más, pero puedes estar cuánto gustes ¡Cuando te vayas no olvides despedirte! — Le recordó, de una forma quizá muy maternal para Mei considerando que tendría pocos o ningún recuerdo relacionado con aquella mujer.
Acto seguido, si nadie añadía nada más, se marcharía hacia su puesto de trabajo, dejando a su suerte aquella porción de ramen sobre la mesa, sobresaliente en proporciones y sabor, delante de la joven y su acompañante.
Kouji se adelantó e hizo su pedido primero cuando el mesero se acercó. — Quiero un plato de Tantanmen, con algo de wasabi para acompañar si es posible. —Inquirió, y seguidamente el encargado tomó nota.
—Un té helado, por favor, estoy seca.—
— También uno para mí, por favor. — Dijo enseguida. El encargado preguntó si requerían algo más, para luego darse la vuelta y retornar a la cocina.
Casi de inmediato, la inigualable cocinera de aquel establecimiento al fin se apersonaba con un enorme plato de ramen entre las manos, lanzando una mirada azuzadora sobre el extranjero a la par que dejaba el voluptuoso platillo frente a su invitada, así como un par de palillos. Entre el festival de colores y aromas , el cerdo era el anfitrión de aquella comida, picado en lonjas de carne magra entre los noodles y los trozos de huevo cocido.
Sus ojos se volvieron hacia ella. — Espero que lo disfrutes. — Sin dejar a un lado aquella sonrisa, sacó de su delantal una pequeña bolsa, similar en tamaño y forma la primera que recibió, y extendiendo el puño cerrado la puso al alcance de Mei, esperando a que la recogiera en sus manos. — Esto es para tu padre. —
Reincorporanse, la canosa mujer se puso una mano en la cintura y se dirigió a Kouji. —Y tu ¿Qué vas a pedir? — Pese a su lenguaje corporal, su tono no fue agresivo ni tajante, mas sí directo. Tras ese momento, tardó solo un par de segundos en reaccionar. — Quiero un plato de arroz con salsa picante, como el de la competencia. — Dijo probando suerte, disimulando no haber hecho su pedido ya. — No sé porque insistes con eso si ya lo sabes— La señora se cruzó de brazos. — Solo sirvo esa comida para el desafío: es especial… — Desvió la mirada por un momento y se encogió de hombros. — Ya veo. Tenía que intentarlo— Trató de ocultar una sonrisa torcida, como la de un niño que hace una travesura. — Ya me atendieron, igualmente gracias. — La mujer enarcó una ceja de manera sarcástica.
— Como sea…—Intercambió su atención a la kunoichi otra vez — Voy a seguir ocupada por aquí un rato más, pero puedes estar cuánto gustes ¡Cuando te vayas no olvides despedirte! — Le recordó, de una forma quizá muy maternal para Mei considerando que tendría pocos o ningún recuerdo relacionado con aquella mujer.
Acto seguido, si nadie añadía nada más, se marcharía hacia su puesto de trabajo, dejando a su suerte aquella porción de ramen sobre la mesa, sobresaliente en proporciones y sabor, delante de la joven y su acompañante.
— Hablo « Pienso »
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