1/09/2019, 16:57
El hombre alzó la vista y entrecerró los ojos para enfocar mejor al muchacho de la lejanía. Parecía ser alguien con problemas de la vista pero que a pesar de ello prescindía del uso de gafas.
—¡Un momento por favor!— Se excusó el hombre.
El genin debería esperar varios minutos en la entrada, ya que el hombre no estaba dispuesto a posponer la comida de sus animales para atender a Kouji. En su lugar, diligentemente sirvió la comida y procedió a dejar cada plato en la jaula respectiva para que todos los animales comieran. Es así que una vez hubiese terminado que procedería a ir a la entrada, abriendo la cerradura de la ceja para cruzar a la estancia donde se hallaba el muchacho.
—Ay, al fin. Uff— el hombre se sentó en uno de los banquitos.—Kouji-kun, ¿no? Yo soy Hiraui Wagashi, un gusto— Le extendió la mano para estrechársela. No parecía ser un hombre de costumbres tradicionales. —Sobre tus preguntas, lastimosamente si tengo respuestas para ello...— Suspiró pesadamente.
»En efecto hemos tenido perros heridos, la mayoría me temo. Por lo general son de cualquier tipo de raza grande, independientemente de que sean pastoriles, de compañía o guardianes. Hallarlos con vida es casi un milagro, pues en este último mes ascienden a cinco los perros muertos en las periferias de la ciudad. De ahí, fueron siete los que encontramos con señales de violencia: mordiscos y golpes de otros perros. Ahora mismo se están recuperando, pero es muy complicado que alguien ahora mismo los adopte. Toma en cuenta que incluso se atrevieron a secuestrar a uno de los collie fronterizo del señor Junjo, ¡era un perro pastor por todos los dioses! Soy de los que visto más de cerca esta situación, pero no puedo hacer más que cuidar a estos pobres angelitos para que se recuperen.
Se ajustó el cuello de la camisa para tener más aire, que se le veía sudoroso y cansado.
—¡Un momento por favor!— Se excusó el hombre.
El genin debería esperar varios minutos en la entrada, ya que el hombre no estaba dispuesto a posponer la comida de sus animales para atender a Kouji. En su lugar, diligentemente sirvió la comida y procedió a dejar cada plato en la jaula respectiva para que todos los animales comieran. Es así que una vez hubiese terminado que procedería a ir a la entrada, abriendo la cerradura de la ceja para cruzar a la estancia donde se hallaba el muchacho.
—Ay, al fin. Uff— el hombre se sentó en uno de los banquitos.—Kouji-kun, ¿no? Yo soy Hiraui Wagashi, un gusto— Le extendió la mano para estrechársela. No parecía ser un hombre de costumbres tradicionales. —Sobre tus preguntas, lastimosamente si tengo respuestas para ello...— Suspiró pesadamente.
»En efecto hemos tenido perros heridos, la mayoría me temo. Por lo general son de cualquier tipo de raza grande, independientemente de que sean pastoriles, de compañía o guardianes. Hallarlos con vida es casi un milagro, pues en este último mes ascienden a cinco los perros muertos en las periferias de la ciudad. De ahí, fueron siete los que encontramos con señales de violencia: mordiscos y golpes de otros perros. Ahora mismo se están recuperando, pero es muy complicado que alguien ahora mismo los adopte. Toma en cuenta que incluso se atrevieron a secuestrar a uno de los collie fronterizo del señor Junjo, ¡era un perro pastor por todos los dioses! Soy de los que visto más de cerca esta situación, pero no puedo hacer más que cuidar a estos pobres angelitos para que se recuperen.
Se ajustó el cuello de la camisa para tener más aire, que se le veía sudoroso y cansado.