—Hmmmm, déjame pensar— Se llevó los dedos al mentón cómo si reflexionara de algo muy profundo. —Es difícil decirlo, normalmente aparecen en cualquiera de las periferias de la ciudad donde no hay mucho tránsito peatonal. Una vez uno dejó un rastro de sangre que venía desde la zona de la construcción hasta la plaza principal donde cayó muerto. No parece existir un patrón en específico pues suelen venir de cualquier callejón lejano, aunque nunca en la zona más céntrica de Villa Odei— Negó con la cabeza.
»De por sí los vecinos no han querido involucrarse mucho por miedo a represalias. Poco o nada de conocimiento se tiene más allá de eso. En mi caso, siempre que me traen uno al refugio trato de atenderlo lo más rápido posible, lo demás está fuera de mi alcance. Es lo mejor que puedo hacer...
De pronto se escucharon pisadas rápidas en las afueras, cómo las de dos personas corriendo a toda velocidad. Se acercaban a su posición, y no tardaron pronto en tocar la puerta exterior de la perrera con gran prisa.
—¡Wagashi-san! ¡Ayúdenos por favor!— Se escuchó la voz de un niño que gritaba a todo pulmón desde la entrada.
—¿Pero qué demonios?— Se levantó rápidamente sin importarle la conversación que estaba sosteniendo hace unos instantes con el genin.
El hombre abrió rápidamente la puerta y pronto tendrían dos nuevos invitados en la zona, siendo un niño de unos nueve años y otro adolescente de aproximadamente dieciseis. Lo preocupante del asunto, era que el mayor de los dos parecía llevar un brazos un rottweiler joven dado su tamaño.
—Hablando de....— Se llevó la mano a la cara. —Que le enano se quede aquí, tú ayudame a llevar a ese perro adentro— Le dijo al mayor. —Lo siento Kouji-kun, debo posponer la plática, esto es una emergencia— De inmediato el cuidador y el joven cruzaron la reja y se llevaron al animal al interior del recinto.
En ese momento, el chiquillo sólo se quedó observando, para luego posar su nerviosa mirada en el shinobi de la lluvia,.
»De por sí los vecinos no han querido involucrarse mucho por miedo a represalias. Poco o nada de conocimiento se tiene más allá de eso. En mi caso, siempre que me traen uno al refugio trato de atenderlo lo más rápido posible, lo demás está fuera de mi alcance. Es lo mejor que puedo hacer...
De pronto se escucharon pisadas rápidas en las afueras, cómo las de dos personas corriendo a toda velocidad. Se acercaban a su posición, y no tardaron pronto en tocar la puerta exterior de la perrera con gran prisa.
—¡Wagashi-san! ¡Ayúdenos por favor!— Se escuchó la voz de un niño que gritaba a todo pulmón desde la entrada.
—¿Pero qué demonios?— Se levantó rápidamente sin importarle la conversación que estaba sosteniendo hace unos instantes con el genin.
El hombre abrió rápidamente la puerta y pronto tendrían dos nuevos invitados en la zona, siendo un niño de unos nueve años y otro adolescente de aproximadamente dieciseis. Lo preocupante del asunto, era que el mayor de los dos parecía llevar un brazos un rottweiler joven dado su tamaño.
—Hablando de....— Se llevó la mano a la cara. —Que le enano se quede aquí, tú ayudame a llevar a ese perro adentro— Le dijo al mayor. —Lo siento Kouji-kun, debo posponer la plática, esto es una emergencia— De inmediato el cuidador y el joven cruzaron la reja y se llevaron al animal al interior del recinto.
En ese momento, el chiquillo sólo se quedó observando, para luego posar su nerviosa mirada en el shinobi de la lluvia,.