23/11/2015, 14:26
— Estaría encantada de acompañarte Kagami Reiji. Comeremos aquí ¿Verdad?
La chica no tardo ni un segundo en pararse a pensar si cenaba o no con Reiji. Por supuesto el joven de Amegakure sonrió, así podría enmendar su error y se sorprendo al verla echarse el cabello hacia detrás. Aquella imagen le dejo sin aliento de nuevo, desde luego, si todavía tuviera un corazón ella podría robárselo, por suerte el suyo se lo había entregado ya a otra persona.
—Claro, si así lo deseáis cenaremos en este lugar
Reiji dio la espalda a la muchacha un momento para dirigirse hacia la posadera. La mujer había visto todo lo acontecido en el lugar y había suspirado cuando las cosas se habían calmado sin necesidad de violencia, si no, no hubiese dudado en llamar a la guardia, no era la primera ni la ultima vez que la mujer había tenido o tendría que lidiar con hombres borrachos.
—Disculpe señora por lo sucedido —Dijo el muchacho mientras metía su mano en el bolsillo de su gabardina para sacar tres hermosos diamantes —¿Sera esto suficiente para pagar por las molestias y una cena para dos personas?
Sin mediar palabra la mujer cogió los diamantes y asintió. Claro ¿quien iba a rechazar tal recompensa? había suficiente para que cenase un ejercito con el valor de aquellas gemas. Así que la mujer no pensaba poner pegas, pero tampoco sabia que decirle al joven, ni sabia por que un joven que pagaba en diamantes había ido a parar a su taberna.
—¿Vamos?
Dijo Reiji tras girarse de nuevo a la joven, cediéndole el paso en dirección al comedor.
La chica no tardo ni un segundo en pararse a pensar si cenaba o no con Reiji. Por supuesto el joven de Amegakure sonrió, así podría enmendar su error y se sorprendo al verla echarse el cabello hacia detrás. Aquella imagen le dejo sin aliento de nuevo, desde luego, si todavía tuviera un corazón ella podría robárselo, por suerte el suyo se lo había entregado ya a otra persona.
—Claro, si así lo deseáis cenaremos en este lugar
Reiji dio la espalda a la muchacha un momento para dirigirse hacia la posadera. La mujer había visto todo lo acontecido en el lugar y había suspirado cuando las cosas se habían calmado sin necesidad de violencia, si no, no hubiese dudado en llamar a la guardia, no era la primera ni la ultima vez que la mujer había tenido o tendría que lidiar con hombres borrachos.
—Disculpe señora por lo sucedido —Dijo el muchacho mientras metía su mano en el bolsillo de su gabardina para sacar tres hermosos diamantes —¿Sera esto suficiente para pagar por las molestias y una cena para dos personas?
Sin mediar palabra la mujer cogió los diamantes y asintió. Claro ¿quien iba a rechazar tal recompensa? había suficiente para que cenase un ejercito con el valor de aquellas gemas. Así que la mujer no pensaba poner pegas, pero tampoco sabia que decirle al joven, ni sabia por que un joven que pagaba en diamantes había ido a parar a su taberna.
—¿Vamos?
Dijo Reiji tras girarse de nuevo a la joven, cediéndole el paso en dirección al comedor.