11/09/2019, 17:13
El Yotsuki retrocedió con dos saltos cuando la rubia lanzó la bomba de humo, precavido. "El humo siempre ha hecho que lobo termine mal". Pero mantuvo su postura de batalla ante cualquier acción de la mujer.
Fue entonces que Akame regresó y se dispuso a dispersar el subterfugio de la fémina, siendo que cuando el humo se vio alejado por la corriente de aire, los ojos del Uchiha podrían distinguir cómo justo antes de dejarla totalmente descubierta ella armaba un único sello con la mano, largándose a toda la velocidad posible del sitio. Para cuando estuviese totalmente despejado, ella ya no estaría ahí, cómo si el aire que empujó el humo también la hubiese arrastrado a ella.
—What?— Parpadeó el genin. —Huh...
—Desconozco exactamente cómo lo hizo. Sólo se supone que la tierra alrededor del templo está sellada y todo el mal se alejará de ahí, eso fue lo que ella dijo...— La mujer suspiró. —Aún cuando convivía con nosotras, sus emociones eran un enigma. Podía sentir un estoicismo perpetuo en ella, siempre con la certeza de que todo saldrá a su manera. Incluso aquellos que no poseen el don, siempre afirmaban que su calma perenne se transmitía a ellos— Remató.
—Los que pueden observar al mundo la describían que era bella cómo la esmeralda, con ojos de joyas cómo la aguamarina y cabellos en este mismo tono. Su piel era blanca y pura, pero emanaba un aire coloquial y no grandeza.
—Para nosotras, era una sabia. Podía leer a una persona con una precisión que ninguna otra portadora del don era capaz.
Más que ver, fue lo que NO vio. Porque el chakra es parte de todos los eres vivos, incluso aunque no puedas usarlo. Ahí es donde estaba muy mal, porque no había rastro de él en Kyōko.
La niña chasqueó la lengua ante las palabras de Ōkawa, pero no parecía estar al tanto de que el clon activó una técnica.
—Supongo que no puedo seguir haciéndome la tonta, ¿verdad? Ōkawa, siempre tienes que reaccionar ante lo que sientes y lo expresas a la mínima— dijo con un tono serio.
—¿¡Qué está pasando Suzaku!?— Le agarró del hombro y se ciñó a él.
Kiyoshi por un momento pareció ponerse un poco rojo cuando la chica prefería resguardarse a espaldas del renegado y no de él, aún cuando lo lógico era pegarse a quién de verdad era capaz de protegerla. Lo cierto es que luego no dudó en tomar su viejo y gastado arco cómo medida de precaución. Aunque a decir verdad, estaba temblando cómo gelatina sobre la tapa de una licuadora.
La misteriosa niña empezó a caminar con pasitos cortos y lentos. Sonaban, aplastaban las hojas del suelo. No era una ilusión ni un clon, era perfectamente sólida, pero no había rastro alguno de aquella energía vital.
Fue entonces que Akame regresó y se dispuso a dispersar el subterfugio de la fémina, siendo que cuando el humo se vio alejado por la corriente de aire, los ojos del Uchiha podrían distinguir cómo justo antes de dejarla totalmente descubierta ella armaba un único sello con la mano, largándose a toda la velocidad posible del sitio. Para cuando estuviese totalmente despejado, ella ya no estaría ahí, cómo si el aire que empujó el humo también la hubiese arrastrado a ella.
—What?— Parpadeó el genin. —Huh...
***
—Desconozco exactamente cómo lo hizo. Sólo se supone que la tierra alrededor del templo está sellada y todo el mal se alejará de ahí, eso fue lo que ella dijo...— La mujer suspiró. —Aún cuando convivía con nosotras, sus emociones eran un enigma. Podía sentir un estoicismo perpetuo en ella, siempre con la certeza de que todo saldrá a su manera. Incluso aquellos que no poseen el don, siempre afirmaban que su calma perenne se transmitía a ellos— Remató.
—Los que pueden observar al mundo la describían que era bella cómo la esmeralda, con ojos de joyas cómo la aguamarina y cabellos en este mismo tono. Su piel era blanca y pura, pero emanaba un aire coloquial y no grandeza.
—Para nosotras, era una sabia. Podía leer a una persona con una precisión que ninguna otra portadora del don era capaz.
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Más que ver, fue lo que NO vio. Porque el chakra es parte de todos los eres vivos, incluso aunque no puedas usarlo. Ahí es donde estaba muy mal, porque no había rastro de él en Kyōko.
La niña chasqueó la lengua ante las palabras de Ōkawa, pero no parecía estar al tanto de que el clon activó una técnica.
—Supongo que no puedo seguir haciéndome la tonta, ¿verdad? Ōkawa, siempre tienes que reaccionar ante lo que sientes y lo expresas a la mínima— dijo con un tono serio.
—¿¡Qué está pasando Suzaku!?— Le agarró del hombro y se ciñó a él.
Kiyoshi por un momento pareció ponerse un poco rojo cuando la chica prefería resguardarse a espaldas del renegado y no de él, aún cuando lo lógico era pegarse a quién de verdad era capaz de protegerla. Lo cierto es que luego no dudó en tomar su viejo y gastado arco cómo medida de precaución. Aunque a decir verdad, estaba temblando cómo gelatina sobre la tapa de una licuadora.
La misteriosa niña empezó a caminar con pasitos cortos y lentos. Sonaban, aplastaban las hojas del suelo. No era una ilusión ni un clon, era perfectamente sólida, pero no había rastro alguno de aquella energía vital.