12/09/2019, 10:42
—Sicarias. Kunoichis enviadas por una banda que, al parecer, tiene cierta tendencia por la colección de Kekkei Genkai "exóticos", en sus propias palabras —respondió el Uchiha, luego de arrancar a andar hacia la cueva—. Al parecer alguien se enteró del poder de Okawa y quiso obtenerlo para sí. Una lástima que esta última se nos haya escapado... Aunque imagino que no volverán pronto. Les hemos dado bien.
Akame obvió la puntualización sobre sus clones. Al fin y al cabo, no necesitaba contarle a Rōga más acerca de sus propias técnicas. «Puede que sea diligente y honesto, pero sigue siendo un shinobi.»
—No sé mucho más que tú, todavía no he recibido ninguna información acerca de lo que está pasando con Okawa. Pero creo que, a partir de aquí, todo debería ser coser y cantar. Los enemigos peligrosos ya están fuera de combate.
¡Ay, cuánto se equivocaba el joven Akame!
El Kage Bunshin se encogió de hombros.
—Para un docto estudioso del Ninjutsu como yo, lo que afirmáis que esa Undécima fue capaz de hacer es toda una proeza. No existe nadie en los registros a los que yo haya podido acceder, que fuese capaz de hacer algo así. Mi interés es puramente técnico... Científico —puntualizó, y no mentía—. Lo único que deseo es estudiar esa barrera, si es que de verdad existe y funciona.
Las ancianas no parecían muy conformes con aquello, como era de esperar, de modo que Akame tuvo que aventurar un poco más con otra apuesta arriesgada.
—Bueno, en ese caso... Deberíais considerar mi oferta. Yo me quedaré en vuestro Templo mientras estudio la barrera, y a cambio tendréis mi protección. Os aseguro que quienes quiera que fuesen que llegaron buscando a Okawa volverán, y volverán con preguntas, más incluso después de esta noche. Quizá os convenga tener a un aliado allí para evitar más muertes.
Akame enarcó una ceja ante las palabras de la niña. «Esta tipeja es incluso más misteriosa de lo que me imaginaba. ¿Pero qué demonios pasa con su chakra?» Con un movimiento seco, el Uchiha indicó a Kiyoshi que se apartara.
—Baja el arco, muchacho. Antes de que te hagas daño.
Sin embargo, las siguientes palabras de Kyōko le pusieron en alerta. «¿A esta también la han mandado las ancianas del Templo? Me cago en todo...» Akame no se movió ni un centímetro de su posición, firmemente plantado entre Okawa y la tétrica muchachita. Su Sharingan todavía resplandecía entre el velo oscuro de la noche.
—¿A qué casa hablas, niña? ¿Allí donde la obligarán a ayunar durante semanas? ¿Donde la harán rajarse el estómago si no consigue...? Si no consigue, ¿qué? —le espetó, serio—. Dejad a la puta niña en paz. Tiene derecho a vivir su vida, no es vuestro maldito juguete. Y ahora explícame como demonios es posible que no tengas ni una pizca de chakra en tu cuerpo.
Akame obvió la puntualización sobre sus clones. Al fin y al cabo, no necesitaba contarle a Rōga más acerca de sus propias técnicas. «Puede que sea diligente y honesto, pero sigue siendo un shinobi.»
—No sé mucho más que tú, todavía no he recibido ninguna información acerca de lo que está pasando con Okawa. Pero creo que, a partir de aquí, todo debería ser coser y cantar. Los enemigos peligrosos ya están fuera de combate.
¡Ay, cuánto se equivocaba el joven Akame!
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El Kage Bunshin se encogió de hombros.
—Para un docto estudioso del Ninjutsu como yo, lo que afirmáis que esa Undécima fue capaz de hacer es toda una proeza. No existe nadie en los registros a los que yo haya podido acceder, que fuese capaz de hacer algo así. Mi interés es puramente técnico... Científico —puntualizó, y no mentía—. Lo único que deseo es estudiar esa barrera, si es que de verdad existe y funciona.
Las ancianas no parecían muy conformes con aquello, como era de esperar, de modo que Akame tuvo que aventurar un poco más con otra apuesta arriesgada.
—Bueno, en ese caso... Deberíais considerar mi oferta. Yo me quedaré en vuestro Templo mientras estudio la barrera, y a cambio tendréis mi protección. Os aseguro que quienes quiera que fuesen que llegaron buscando a Okawa volverán, y volverán con preguntas, más incluso después de esta noche. Quizá os convenga tener a un aliado allí para evitar más muertes.
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Akame enarcó una ceja ante las palabras de la niña. «Esta tipeja es incluso más misteriosa de lo que me imaginaba. ¿Pero qué demonios pasa con su chakra?» Con un movimiento seco, el Uchiha indicó a Kiyoshi que se apartara.
—Baja el arco, muchacho. Antes de que te hagas daño.
Sin embargo, las siguientes palabras de Kyōko le pusieron en alerta. «¿A esta también la han mandado las ancianas del Templo? Me cago en todo...» Akame no se movió ni un centímetro de su posición, firmemente plantado entre Okawa y la tétrica muchachita. Su Sharingan todavía resplandecía entre el velo oscuro de la noche.
—¿A qué casa hablas, niña? ¿Allí donde la obligarán a ayunar durante semanas? ¿Donde la harán rajarse el estómago si no consigue...? Si no consigue, ¿qué? —le espetó, serio—. Dejad a la puta niña en paz. Tiene derecho a vivir su vida, no es vuestro maldito juguete. Y ahora explícame como demonios es posible que no tengas ni una pizca de chakra en tu cuerpo.