17/09/2019, 23:35
El Morikage devolvió la reverencia con una ligera inclinación de cabeza, y luego instó al genin a sentarse.
—Así es, Daigo-kun. Ven, ven, siéntate. ¿Un poco de té? —preguntó, sirviéndole una taza antes de darle tiempo a contestar—. Tómatelo antes de que se enfríe. Ah, estas tazas no conservan nada bien el calor, no señor —se quejó.
No obstante, si Daigo observaba su taza, comprobaría que no solo humeaba… sino que incluso hervía.
—Te necesito para una pequeña misión, Daigo-kun. Has de partir en la mayor brevedad posible hacia el País del Viento. Hacia Inaka. Cerca de allí, encontrarás una cárcel llamada la Prisión del Yermo, de la que hace un par de meses se dio una importante fuga. La mayoría de presos escaparon, matando a muchos de los guardias y a dos de nuestros ninjas, contratados para vigilar la entrada.
»Quiero que vayas allí y averigües quién mató a los nuestros, Daigo. —Daigo jamás lo había visto tan serio—. Y quiero que te encargues de que la directora de la prisión, llamada Nathifa, vuelva a confiar en nosotros. No nos solicitó más ninjas para volver a proteger la prisión. Eso quiere decir que o bien están contactando con Uzu o Ame para el encargo, o bien ya lo ha hecho. —Negó con la cabeza—. No podemos permitir eso. No ahora. El incidente fue tan grave que llegó a oídos de todo el país del Viento, y, por supuesto, a oídos de la Daimyō. Si Nathifa contrata a otros ninjas, hará que se nos vea como responsables, manchando nuestra reputación.
Y eso, era malo. Muy malo.
—He oído que eres el shinobi más carismático de tu promoción. Bien, úsalo. Porque esta vez no necesito de tus puños, Daigo-kun, sino de tu lengua. Y en tu tenacidad. —Kenzou se permitió un respiro para darle un trago a su té. Buagh. Con tanta cháchara se le había enfriado—. Todas las misiones son importantes, Daigo-kun. Pero te das cuenta que esta lo es especialmente más, ¿verdad? —Eso quería decir que no le fallase. Contaba con él.
—Así es, Daigo-kun. Ven, ven, siéntate. ¿Un poco de té? —preguntó, sirviéndole una taza antes de darle tiempo a contestar—. Tómatelo antes de que se enfríe. Ah, estas tazas no conservan nada bien el calor, no señor —se quejó.
No obstante, si Daigo observaba su taza, comprobaría que no solo humeaba… sino que incluso hervía.
—Te necesito para una pequeña misión, Daigo-kun. Has de partir en la mayor brevedad posible hacia el País del Viento. Hacia Inaka. Cerca de allí, encontrarás una cárcel llamada la Prisión del Yermo, de la que hace un par de meses se dio una importante fuga. La mayoría de presos escaparon, matando a muchos de los guardias y a dos de nuestros ninjas, contratados para vigilar la entrada.
»Quiero que vayas allí y averigües quién mató a los nuestros, Daigo. —Daigo jamás lo había visto tan serio—. Y quiero que te encargues de que la directora de la prisión, llamada Nathifa, vuelva a confiar en nosotros. No nos solicitó más ninjas para volver a proteger la prisión. Eso quiere decir que o bien están contactando con Uzu o Ame para el encargo, o bien ya lo ha hecho. —Negó con la cabeza—. No podemos permitir eso. No ahora. El incidente fue tan grave que llegó a oídos de todo el país del Viento, y, por supuesto, a oídos de la Daimyō. Si Nathifa contrata a otros ninjas, hará que se nos vea como responsables, manchando nuestra reputación.
Y eso, era malo. Muy malo.
—He oído que eres el shinobi más carismático de tu promoción. Bien, úsalo. Porque esta vez no necesito de tus puños, Daigo-kun, sino de tu lengua. Y en tu tenacidad. —Kenzou se permitió un respiro para darle un trago a su té. Buagh. Con tanta cháchara se le había enfriado—. Todas las misiones son importantes, Daigo-kun. Pero te das cuenta que esta lo es especialmente más, ¿verdad? —Eso quería decir que no le fallase. Contaba con él.