18/09/2019, 03:33
—No, pero… A ver. — Balbuceo entre la retahíla de preguntas, sin articular frase coherente hasta que ella le dio un respiro.
Tensó el ceño. Solo le tomo unos instantes darse cuenta del aprieto en el que lo había puesto aquella muchacha de un momento para otro.
— No vengo a demostrar nada. Como dije, yo solo vengo a comer. — Algo cambió en su forma de hablar, que hace minutos era entre llevadera e informal; de pronto, su discurso confianzudo y descuidado adoptó matices más severos pero, aun así, mantenía cierto desdén. —Haces muchas preguntas. — Echó en cara y, por supuesto, no se dignó a responder.
— Solo lo dije porque me duele haberme perdido el concurso y que, viniendo año tras año, ella no me haya tomado en cuenta cuando decidió adelantarlo. Es todo. — Confesó, disimulando lo que le costaba admitirlo, con el semblante serio y mirada desafiante; con esa mirada fatigada por los kilómetros de marcha y los nefastos rayos del sol.
Sin previo aviso, el orgullo del restaurante hizo acto de presencia y, al instante, se convirtió en el centro de las miradas: una figura conocida para ambos que se abría paso hacia la mesa. No era otra sino la que se convertiría, a todas luces, en la inequívoca triunfadora del desafío de ese año.
— ¡Ya volví, amiga! — Pasó de toda esa atención, apersonándose y clavando sus ojos en los de Mei. A la distancia, ya había visto al de la Lluvia, pero para efectos de aquel roce, prefirió ignorarlo. — Eso se ve bueno… — Decía velando el plato de fideos con una sonrisa de oreja a oreja.
A continuación, la encaró súbitamente y su actitud cambió de forma notoria. — ¿Estas bien? A lo mejor te está afectando el calor, déjame ver…— Sin más previsiones, se inclinó pretendiendo inspeccionar de cerca el rostro de la kunoichi, de tal manera que el semblante de la Akimichi no era visible para el muchacho.
— … — No apartaba los ojos de la incómoda mujer.
— Es él…— Susurró. —¿Te está molestando? —
Tensó el ceño. Solo le tomo unos instantes darse cuenta del aprieto en el que lo había puesto aquella muchacha de un momento para otro.
— No vengo a demostrar nada. Como dije, yo solo vengo a comer. — Algo cambió en su forma de hablar, que hace minutos era entre llevadera e informal; de pronto, su discurso confianzudo y descuidado adoptó matices más severos pero, aun así, mantenía cierto desdén. —Haces muchas preguntas. — Echó en cara y, por supuesto, no se dignó a responder.
— Solo lo dije porque me duele haberme perdido el concurso y que, viniendo año tras año, ella no me haya tomado en cuenta cuando decidió adelantarlo. Es todo. — Confesó, disimulando lo que le costaba admitirlo, con el semblante serio y mirada desafiante; con esa mirada fatigada por los kilómetros de marcha y los nefastos rayos del sol.
Sin previo aviso, el orgullo del restaurante hizo acto de presencia y, al instante, se convirtió en el centro de las miradas: una figura conocida para ambos que se abría paso hacia la mesa. No era otra sino la que se convertiría, a todas luces, en la inequívoca triunfadora del desafío de ese año.
— ¡Ya volví, amiga! — Pasó de toda esa atención, apersonándose y clavando sus ojos en los de Mei. A la distancia, ya había visto al de la Lluvia, pero para efectos de aquel roce, prefirió ignorarlo. — Eso se ve bueno… — Decía velando el plato de fideos con una sonrisa de oreja a oreja.
A continuación, la encaró súbitamente y su actitud cambió de forma notoria. — ¿Estas bien? A lo mejor te está afectando el calor, déjame ver…— Sin más previsiones, se inclinó pretendiendo inspeccionar de cerca el rostro de la kunoichi, de tal manera que el semblante de la Akimichi no era visible para el muchacho.
— … — No apartaba los ojos de la incómoda mujer.
— Es él…— Susurró. —¿Te está molestando? —
— Hablo « Pienso »
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