18/09/2019, 18:58
—Sí… No se te ocurra fallarme. —Sonrió, cómo quitándole importancia—. Vamos, vamos. Seguro que lo harás bien. No te habría llamado, de lo contrario.
Daigo, a todo esto, tan solo había logrado darle un pequeño sorbo al té. Ya no estaba tan caliente como para abrasarle los labios, pero seguía demasiado caliente para él.
—¿Has estado alguna vez en el País del Viento, Daigo-kun? —recordó preguntarle. Por una misión, desde luego que no. Kenzou lo había averiguado mientras le esperaba—. Verás, seguramente tu mayor enemigo en esta misión sea el desierto. No lo subestimes, chico. Y ni se te ocurra perderte en él.
Porque, oh, el desierto era de todo menos compasivo.
Daigo, a todo esto, tan solo había logrado darle un pequeño sorbo al té. Ya no estaba tan caliente como para abrasarle los labios, pero seguía demasiado caliente para él.
—¿Has estado alguna vez en el País del Viento, Daigo-kun? —recordó preguntarle. Por una misión, desde luego que no. Kenzou lo había averiguado mientras le esperaba—. Verás, seguramente tu mayor enemigo en esta misión sea el desierto. No lo subestimes, chico. Y ni se te ocurra perderte en él.
Porque, oh, el desierto era de todo menos compasivo.