21/09/2019, 22:46
(Última modificación: 21/09/2019, 22:47 por Uchiha Akame.)
Akame se encogió de hombros.
—La gente con dinero se aburre mucho. Y algunos son lo suficientemente hijos de puta como para encontrar entretenimiento en las aberraciones más oscuras que te puedas imaginar —respondió, franco—. Pero este pedazo de cabrón ha topado con nosotros, así que, que se joda. Nadie va a llevarse a Okawa para tenerla amarrada como a un perro esperando a que haga su truco.
Los dos shinobi corrían en dirección a la cueva de Kiyoshi, pero cuando ya se encontraban subiendo la ladera...
El Kage Bunshin agradeció el gesto con una leve inclinación de cabeza. Aunque la anciana en cargo no fuese con él, ahora mismo lo que le interesaba era analizar aquel extraño jutsu que prevenía el uso del chakra. Así que, ni corto ni perezoso, se dispuso a seguir a las otras dos viejas ciegas, ignorante de lo que se estaba cociendo no muy lejos de allí...
«La puta madre», se dijo Akame. No encontró otra expresión que pudiera poner palabras de forma más acertada a la sensación que le invadió cuando aquella niña se deshizo de su camuflaje y reveló ser, en realidad, una criatura aberrante que poco podía considerarse humana. Compuesta de vivos colores y un chakra nada despreciable, que la envolvía como un manto junto a sus varios y variados brazos, Enma Kyōko había revelado finalmente su auténtica forma... Y él no era rival para ella. Un simple Kage Bunshin no aguantaría la embestida de aquel monstruo; consciente de ello, el clon realizó una rápida secuencia de sellos y empleó su jutsu en lo más acuciante... Pedir ayuda.
—¡Katon... —alzó la cabeza, echándola hacia atrás y llevando sus ojos al cielo nocturno sobre la escena—... Gōkakyuu no Jutsu!
Una enorme bola de fuego salió de sus labios, alzándose hacia el manto negro de la noche hasta sobrepasar las copas de los árboles, en una suerte de bengala flamígera. Luego, el Kage Bunshin rezó. Rezó todo lo que sabía.
... una enorme llamarada se alzó sobre las copas de los árboles, iluminando el cielo nocturno, en algún punto de la foresta alejado de ellos.
«¿¡Qué cojones...!?»
Pese a la sorpresa inicial, el Uchiha no tardó en atar cabos; uno de sus clones había gastado una cantidad de energía suficiente como para producir aquella bola de fuego. Y la había dirigido hacia el cielo, no a un enemigo, lo cual sólo podía significar... «Está pidiendo ayuda», dedujo el renegado.
—Rōga-san —llamó la atención de su compañero—. Eso fue uno de mis clones. Algo malo, muymalo, está pasando. Hay que llegar allí cagando hostias.
Ni corto ni perezoso, el verdadero, único e inimitable Akame, echó a correr hacia el lugar del que provenía la improvisada bengala a toda la velocidad que le daban las piernas.
—La gente con dinero se aburre mucho. Y algunos son lo suficientemente hijos de puta como para encontrar entretenimiento en las aberraciones más oscuras que te puedas imaginar —respondió, franco—. Pero este pedazo de cabrón ha topado con nosotros, así que, que se joda. Nadie va a llevarse a Okawa para tenerla amarrada como a un perro esperando a que haga su truco.
Los dos shinobi corrían en dirección a la cueva de Kiyoshi, pero cuando ya se encontraban subiendo la ladera...
—
El Kage Bunshin agradeció el gesto con una leve inclinación de cabeza. Aunque la anciana en cargo no fuese con él, ahora mismo lo que le interesaba era analizar aquel extraño jutsu que prevenía el uso del chakra. Así que, ni corto ni perezoso, se dispuso a seguir a las otras dos viejas ciegas, ignorante de lo que se estaba cociendo no muy lejos de allí...
—
«La puta madre», se dijo Akame. No encontró otra expresión que pudiera poner palabras de forma más acertada a la sensación que le invadió cuando aquella niña se deshizo de su camuflaje y reveló ser, en realidad, una criatura aberrante que poco podía considerarse humana. Compuesta de vivos colores y un chakra nada despreciable, que la envolvía como un manto junto a sus varios y variados brazos, Enma Kyōko había revelado finalmente su auténtica forma... Y él no era rival para ella. Un simple Kage Bunshin no aguantaría la embestida de aquel monstruo; consciente de ello, el clon realizó una rápida secuencia de sellos y empleó su jutsu en lo más acuciante... Pedir ayuda.
—¡Katon... —alzó la cabeza, echándola hacia atrás y llevando sus ojos al cielo nocturno sobre la escena—... Gōkakyuu no Jutsu!
Una enorme bola de fuego salió de sus labios, alzándose hacia el manto negro de la noche hasta sobrepasar las copas de los árboles, en una suerte de bengala flamígera. Luego, el Kage Bunshin rezó. Rezó todo lo que sabía.
—
... una enorme llamarada se alzó sobre las copas de los árboles, iluminando el cielo nocturno, en algún punto de la foresta alejado de ellos.
«¿¡Qué cojones...!?»
Pese a la sorpresa inicial, el Uchiha no tardó en atar cabos; uno de sus clones había gastado una cantidad de energía suficiente como para producir aquella bola de fuego. Y la había dirigido hacia el cielo, no a un enemigo, lo cual sólo podía significar... «Está pidiendo ayuda», dedujo el renegado.
—Rōga-san —llamó la atención de su compañero—. Eso fue uno de mis clones. Algo malo, muymalo, está pasando. Hay que llegar allí cagando hostias.
Ni corto ni perezoso, el verdadero, único e inimitable Akame, echó a correr hacia el lugar del que provenía la improvisada bengala a toda la velocidad que le daban las piernas.