24/09/2019, 01:14
Después de vivir varias cosas intensas, aquel día se encontraba relajado en su casa. No tenía intención de hacer nada esa mañana, era su rato de descanso, aun así, se acercaría al edificio de la Arashikage para coger un pergamino que intentaría resolver por la tarde. Salió de casa con su habitual calma, de camino a recoger su pergamino. No pensaba en nada, simplemente en que le apetecía descansar un par de horas...
Hoy era el día de descanso de su padre, así que le gustaría compartir algún rato con el después de tanto tiempo. Quizás así podría empezar a llevarse mejor con él. Entre tanto, sus pasos se acercaron al edificio de la administración. Hoy, el turno era de Yuji, el cual estaba sentado en la silla de recepción con un gesto aburrido. Al verle entrar, se enderezó en la silla y se dispuso a hablarle.
-Oh, Taka Kisame? Creo que la Arashikage te ha llamado -Dijo, para después encogerse de hombros.
En aquel momento, Kisame se esperó lo peor, nunca había estado en el despacho de la kage y la verdad es que le daba algo de miedo el hecho de que le llamara. Al menos esperaba que no fuera para nada malo, no solía ser habitual que se llamara a un genin como él. Es cierto que su padre había ido en repetidas ocasiones para recibir misiones de alto rango, pero para él era la primera vez. Asintió y se puso en camino.
-Gracias Yuji, voy para allá -Comentó en tono frío tras hacer una leve reverencia y dirigirse hacia el despacho. Mientras emprendía el camino varias cosas se le pasaron por la cabeza, pero resolvió que lo mejor era esperar a ver que necesitaba de él antes de hacerse teorías absurdas que no llevaban a ninguna parte. Así que, una vez llegó a la puerta, la abrió con timidez y se asomó, para recibir el saludo de la kage. Le mandó tomar asiento y se fijó en la silla, pero no pudo evitar darse cuenta de que aquella mesa había sido reparada en repetidas ocasiones... Tragó saliva intentando aparentar estar tranquilo.
-Buenos días señora Amekoro, qué necesita? -Dijo una vez estaba sentado con toda la educación que tenía, intentando evitar ese característico tono frío suyo, para evitar cualquier problema.
Hoy era el día de descanso de su padre, así que le gustaría compartir algún rato con el después de tanto tiempo. Quizás así podría empezar a llevarse mejor con él. Entre tanto, sus pasos se acercaron al edificio de la administración. Hoy, el turno era de Yuji, el cual estaba sentado en la silla de recepción con un gesto aburrido. Al verle entrar, se enderezó en la silla y se dispuso a hablarle.
-Oh, Taka Kisame? Creo que la Arashikage te ha llamado -Dijo, para después encogerse de hombros.
En aquel momento, Kisame se esperó lo peor, nunca había estado en el despacho de la kage y la verdad es que le daba algo de miedo el hecho de que le llamara. Al menos esperaba que no fuera para nada malo, no solía ser habitual que se llamara a un genin como él. Es cierto que su padre había ido en repetidas ocasiones para recibir misiones de alto rango, pero para él era la primera vez. Asintió y se puso en camino.
-Gracias Yuji, voy para allá -Comentó en tono frío tras hacer una leve reverencia y dirigirse hacia el despacho. Mientras emprendía el camino varias cosas se le pasaron por la cabeza, pero resolvió que lo mejor era esperar a ver que necesitaba de él antes de hacerse teorías absurdas que no llevaban a ninguna parte. Así que, una vez llegó a la puerta, la abrió con timidez y se asomó, para recibir el saludo de la kage. Le mandó tomar asiento y se fijó en la silla, pero no pudo evitar darse cuenta de que aquella mesa había sido reparada en repetidas ocasiones... Tragó saliva intentando aparentar estar tranquilo.
-Buenos días señora Amekoro, qué necesita? -Dijo una vez estaba sentado con toda la educación que tenía, intentando evitar ese característico tono frío suyo, para evitar cualquier problema.