24/09/2019, 03:53
Dubitativo por la falta de sutileza de trato del shinobi en alerta, aquel chiquillo asustado fue el guía entre los retorcidos callejones, y el de Amegakure lo siguió como pudo hasta que dieron con el lugar de los hechos.
Mientras escuchaba la explicación del niño, se quedó desde su sitio mirando los alrededores en medio de ese angosto pasillo. Arrugó el ceño, sintiendo una mezcla entre asco, pena e ira por los responsables, pero su conciencia intervino para recordarle que estaba tratando con adolescentes; jóvenes y estúpidos.
— Muchas gracias. — Dijo, seguidamente encorvando la espalda y recargándose sobre sus rodillas mientras retomaba el aliento. — Ya verás como todo esto va a resolverse. — Giró la cabeza para regalarle una sonrisa.
A continuación, echó una ojeada en el basurero y se percató de la manta. « ¿Lo trajeron allí enrollado? » Visiblemente, la sangre que cubría la tela debía pertenecer al perro que rescataron los hermanos. Aun así, por si encontraba algún otro detalle adicional, respiró hondo y encontró el aplomo necesario para atreverse a sacarla del contenedor con cuidado de no ensuciarse.
Sostuvo la manta por las esquinas con ambas manos y se la mostró al niño —¿Lo encontraron aquí? — Al mismo tiempo, la inspeccionaba por si le brindaba más información.
Luego, pasó a analizar la pista más evidente: las pisadas. Se acercó al lodo que las delataba y las miró con atención, teniendo la precaución de mantenerse fuera para no contaminar la escena. « Se nota que son recientes, aún no las ha borrado la lluvia. » Las detalló con cuidado y concluyó que debía tratarse de, al menos, dos personas.
Se esforzó por memorizar el patrón de ambas suelas e intentó deducir la dirección de los pasos, tratando de rastrearlos hasta donde pudiera.
Mientras escuchaba la explicación del niño, se quedó desde su sitio mirando los alrededores en medio de ese angosto pasillo. Arrugó el ceño, sintiendo una mezcla entre asco, pena e ira por los responsables, pero su conciencia intervino para recordarle que estaba tratando con adolescentes; jóvenes y estúpidos.
— Muchas gracias. — Dijo, seguidamente encorvando la espalda y recargándose sobre sus rodillas mientras retomaba el aliento. — Ya verás como todo esto va a resolverse. — Giró la cabeza para regalarle una sonrisa.
A continuación, echó una ojeada en el basurero y se percató de la manta. « ¿Lo trajeron allí enrollado? » Visiblemente, la sangre que cubría la tela debía pertenecer al perro que rescataron los hermanos. Aun así, por si encontraba algún otro detalle adicional, respiró hondo y encontró el aplomo necesario para atreverse a sacarla del contenedor con cuidado de no ensuciarse.
Sostuvo la manta por las esquinas con ambas manos y se la mostró al niño —¿Lo encontraron aquí? — Al mismo tiempo, la inspeccionaba por si le brindaba más información.
Luego, pasó a analizar la pista más evidente: las pisadas. Se acercó al lodo que las delataba y las miró con atención, teniendo la precaución de mantenerse fuera para no contaminar la escena. « Se nota que son recientes, aún no las ha borrado la lluvia. » Las detalló con cuidado y concluyó que debía tratarse de, al menos, dos personas.
Se esforzó por memorizar el patrón de ambas suelas e intentó deducir la dirección de los pasos, tratando de rastrearlos hasta donde pudiera.
— Hablo « Pienso »
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