24/09/2019, 21:05
—Gracias, Ranko.
Su nombre reverberó incontables veces dentro de su cabeza. Pronto, la anciana que se les había acercado no sólo se alejaba, sino que desaparecía, así como sus nietas. El dragón de la piscina, las protecciones que la rodeaban y hasta el ruido de los chorros se desvanecieron. Sólo estaban Mei y Ranko, rodeadas de agua, cubiertas por el firmamento nocturno de aquella Flama.
..Ranko...
La mente de la Kusajin se vio abrumada por sensaciones. El murmullo que fue la voz de Mei. Su piel contra la suya. Su brazo rodeándola. Su rostro, tan cercano al suyo. Incluso podría jurar que el aroma que inundaba su nariz era de Mei y nada más. Y, aunado a todo ello, lo que Ranko sintió dentro de ella.
..Ranko...
Hubo un hervor intenso en la Kusajin y un rubor total en su rostro. Una parte de ella quería gritar y largarse de allí, y nunca más volver a ver a nadie. ¡No era justo que se sintiera así! Pero la otra parte…
—No es nada, Mei.
A la otra parte no le habría importado seguir así por un buen rato. Habiendo la Uzujin calmado su tos, Ranko movió su brazo, el cual había estado contra la espalda de la chica, hasta su hombro, correspondiendo un medio abrazo. A pesar de que su sangre parecía embravecida y su mente estaba en caos, su cuerpo se movía firmemente, y su voz sonaba muy tranquila. Era como si su cabeza no supiera qué hacer, pero su corazón sí.
El haberse sumergido en el agua le había claramente mojado el cabello a Mei, así que Ranko llevó su mano al rostro de la chica y apartó unos mechones. Un par de orbes esmeraldas se coincidieron con los suyos en lo que bien podrían haber sido mil años.
Y entonces Ranko regresó.
—¡AAH! ¡Y-y-yo…! ¡L-l-lo si…! ¡Yo s-s-sólo te quería…! ¡DIGO! ¡Q-quería… a-ayudar! !D-disculpa s-s-si yo…! ¡Yo…!
El cuerpo de la Kusajin se congelaría, sin apartarse pero sin moverse, y Mei podría sentir fácilmente lo tensa —y lo roja— que se había vuelto a poner.
Su nombre reverberó incontables veces dentro de su cabeza. Pronto, la anciana que se les había acercado no sólo se alejaba, sino que desaparecía, así como sus nietas. El dragón de la piscina, las protecciones que la rodeaban y hasta el ruido de los chorros se desvanecieron. Sólo estaban Mei y Ranko, rodeadas de agua, cubiertas por el firmamento nocturno de aquella Flama.
..Ranko...
La mente de la Kusajin se vio abrumada por sensaciones. El murmullo que fue la voz de Mei. Su piel contra la suya. Su brazo rodeándola. Su rostro, tan cercano al suyo. Incluso podría jurar que el aroma que inundaba su nariz era de Mei y nada más. Y, aunado a todo ello, lo que Ranko sintió dentro de ella.
..Ranko...
Hubo un hervor intenso en la Kusajin y un rubor total en su rostro. Una parte de ella quería gritar y largarse de allí, y nunca más volver a ver a nadie. ¡No era justo que se sintiera así! Pero la otra parte…
—No es nada, Mei.
A la otra parte no le habría importado seguir así por un buen rato. Habiendo la Uzujin calmado su tos, Ranko movió su brazo, el cual había estado contra la espalda de la chica, hasta su hombro, correspondiendo un medio abrazo. A pesar de que su sangre parecía embravecida y su mente estaba en caos, su cuerpo se movía firmemente, y su voz sonaba muy tranquila. Era como si su cabeza no supiera qué hacer, pero su corazón sí.
El haberse sumergido en el agua le había claramente mojado el cabello a Mei, así que Ranko llevó su mano al rostro de la chica y apartó unos mechones. Un par de orbes esmeraldas se coincidieron con los suyos en lo que bien podrían haber sido mil años.
Y entonces Ranko regresó.
—¡AAH! ¡Y-y-yo…! ¡L-l-lo si…! ¡Yo s-s-sólo te quería…! ¡DIGO! ¡Q-quería… a-ayudar! !D-disculpa s-s-si yo…! ¡Yo…!
El cuerpo de la Kusajin se congelaría, sin apartarse pero sin moverse, y Mei podría sentir fácilmente lo tensa —y lo roja— que se había vuelto a poner.
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