25/09/2019, 16:10
Akame aflojó su presa sobre el chico cuando éste empezó a gesticular y hacer algún intento —por pobre que fuese— de comunicarse como una persona racional. «Ajá, sí, una pelea... ¿Y luego? ¿Un...? ¡Ah, un sello! El sello del Carnero, vaya, tiene buena vista este cabroncete. El sello del Carnero... Ah, joder. Me cago en todo», bufó para sus adentros.
Okawa y aquella demoníaca muñeca se habían esfumado con el Sunshin no Jutsu. Akame bajó los hombros, abatido. Era imposible que Kiyoshi hubiera podido seguirles la pista, o siquiera ver hacia dónde iban. Soltó definitivamente al muchacho y se alejó unos pasos, tratando de poner en orden sus pensamientos. «Se la ha llevado... ¿A dónde? Esa debe ser Enma Kyōko, la Undécima de la que hablaba la Duodécima. Por sus palabras parecía totalmente decidida a devolver a Okawa a la senda de las chamanas...» Chasqueó los dedos con una exclamación.
—¡Joder!
Aquello lo complicaba todo. La barrera anuladora de chakra del Templo funcionaba. Dentro, no podría usar su Kekkei Genkai, ni sus técnicas, ni... Akame sacudió la cabeza. No podía abandonarla ahora. No después de la promesa que le había hecho. Decidido, se volvió hacia al chico.
—Kiyoshi-san, sé que tú y yo no hemos empezado con el mejor pie. Pero ahora los dos queremos lo mismo: salvar a Okawa. Y para eso, es muy importante que me ayudes —trataba de transmitirle su calma y confianza al traumado niño—. Debes quedarte vigilando la zona, por si Okawa es capaz de volver por su propio pie o pasan por aquí las ancianas del Templo. ¿Lo has entendido? Esta es tu responsabilidad. Yo voy a buscar a Rōga-san y juntos peinaremos el resto del bosque.
Okawa y aquella demoníaca muñeca se habían esfumado con el Sunshin no Jutsu. Akame bajó los hombros, abatido. Era imposible que Kiyoshi hubiera podido seguirles la pista, o siquiera ver hacia dónde iban. Soltó definitivamente al muchacho y se alejó unos pasos, tratando de poner en orden sus pensamientos. «Se la ha llevado... ¿A dónde? Esa debe ser Enma Kyōko, la Undécima de la que hablaba la Duodécima. Por sus palabras parecía totalmente decidida a devolver a Okawa a la senda de las chamanas...» Chasqueó los dedos con una exclamación.
—¡Joder!
Aquello lo complicaba todo. La barrera anuladora de chakra del Templo funcionaba. Dentro, no podría usar su Kekkei Genkai, ni sus técnicas, ni... Akame sacudió la cabeza. No podía abandonarla ahora. No después de la promesa que le había hecho. Decidido, se volvió hacia al chico.
—Kiyoshi-san, sé que tú y yo no hemos empezado con el mejor pie. Pero ahora los dos queremos lo mismo: salvar a Okawa. Y para eso, es muy importante que me ayudes —trataba de transmitirle su calma y confianza al traumado niño—. Debes quedarte vigilando la zona, por si Okawa es capaz de volver por su propio pie o pasan por aquí las ancianas del Templo. ¿Lo has entendido? Esta es tu responsabilidad. Yo voy a buscar a Rōga-san y juntos peinaremos el resto del bosque.