27/09/2019, 14:20
Tras aquella excéntrica presentación, el genin no supo muy bien que decir, salvo sorprenderse una vez más por aquella forma tan épica de decir su nombre. Aquel chico le parecía bastante peculiar, ahora totalmente confirmado tras su presentación, por lo que decidió no decir nada hasta que llegaran al lugar en cuestión, siguiendo al mapache.
El yotsuki se dispuso a intentar forzar el candado mientras preguntaba por las habilidades de su compañero. Algo que el mismo consideró lógico, sobre todo para saber qué puede hacer cada uno en caso de que las cosas se pusieran feas de repente. Kisame se mantuvo en silencio durante unos instantes pensando cual sería la mejor forma de decírselo sin parecer un auténtico novato. Aquel chico manejaba las tres facultades que un ninja puede aprender, aquello solo lo había escuchado en historias que su padre le contaba sobre un clan de ninjas con los ojos de color carmesí con un enorme poder, por lo que asimiló automáticamente que aquel chico podría pertenecer a ese clan, aunque por otra parte le extrañaba, ya que el mismo Ichiro le había dicho que había muy pocos y que hacía años que no veía a ninguno, por lo que tras razonar unos instantes lo descartó automáticamente.
-Yo... He dedicado mi vida únicamente al ninjutsu, así que supongo que si la cosa se pone fea tendré que quedarme atrás -Comentó con cierto tono lúgubre, viéndose totalmente abrumado por las enormes habilidades del ninja de la sonrisa perfecta.
El candado se abrió con facilidad y las puertas dejaron de estar cerradas y se entreabrieron solas un poco. Si Roga las abría, vería un pasillo bastante ancho con una sala a cada lado y, mas adelante, una estancia bastante grande con unas escaleras viejas y desconchadas de fondo que subían hacia arriba pero también bajaban hacia abajo. El interior del edificio no estaba mucho mejor que el exterior. El mapache de Kisame se adelantaría un poco y comenzaría a oler por el pasillo, pero tras unos instantes se quedó parado allí antes de llegar al umbral de las puertas, como si hubiera perdido el rastro.
El yotsuki se dispuso a intentar forzar el candado mientras preguntaba por las habilidades de su compañero. Algo que el mismo consideró lógico, sobre todo para saber qué puede hacer cada uno en caso de que las cosas se pusieran feas de repente. Kisame se mantuvo en silencio durante unos instantes pensando cual sería la mejor forma de decírselo sin parecer un auténtico novato. Aquel chico manejaba las tres facultades que un ninja puede aprender, aquello solo lo había escuchado en historias que su padre le contaba sobre un clan de ninjas con los ojos de color carmesí con un enorme poder, por lo que asimiló automáticamente que aquel chico podría pertenecer a ese clan, aunque por otra parte le extrañaba, ya que el mismo Ichiro le había dicho que había muy pocos y que hacía años que no veía a ninguno, por lo que tras razonar unos instantes lo descartó automáticamente.
-Yo... He dedicado mi vida únicamente al ninjutsu, así que supongo que si la cosa se pone fea tendré que quedarme atrás -Comentó con cierto tono lúgubre, viéndose totalmente abrumado por las enormes habilidades del ninja de la sonrisa perfecta.
El candado se abrió con facilidad y las puertas dejaron de estar cerradas y se entreabrieron solas un poco. Si Roga las abría, vería un pasillo bastante ancho con una sala a cada lado y, mas adelante, una estancia bastante grande con unas escaleras viejas y desconchadas de fondo que subían hacia arriba pero también bajaban hacia abajo. El interior del edificio no estaba mucho mejor que el exterior. El mapache de Kisame se adelantaría un poco y comenzaría a oler por el pasillo, pero tras unos instantes se quedó parado allí antes de llegar al umbral de las puertas, como si hubiera perdido el rastro.