30/09/2019, 17:29
«Esa condenada cría...» Akame estaba empezando a tomarse todo aquel asunto de forma mucho más personal de lo que se hubiera atrevido a admitir, pero llegados a aquel punto, no quería darse media vuelta y ya está. Había prometido, a la joven y a sí mismo, rescatar a Okawa. Pensaba cumplirlo.
Cuando llegaron junto a la entrada, Akame se detuvo. En su cabeza se debatían todas las formas posibles de aproximación, si bien ninguna de ellas le convencía.
—Vale, ¿cómo demonios hacemos esto? —se preguntó en voz alta—. Debemos suponer que la Undécima está con el resto de estas ancianas, al fin y al cabo, su objetivo parecía ser el mismo que el de ellas: devolver a Okawa al Templo. ¿Vamos a meternos ahí a darnos de golpes con quien nos salga al paso sin poder hacer uso de nuestros jutsus? No me gusta nada...
Miró a King Rōga, esperando su opinión.
Cuando llegaron junto a la entrada, Akame se detuvo. En su cabeza se debatían todas las formas posibles de aproximación, si bien ninguna de ellas le convencía.
—Vale, ¿cómo demonios hacemos esto? —se preguntó en voz alta—. Debemos suponer que la Undécima está con el resto de estas ancianas, al fin y al cabo, su objetivo parecía ser el mismo que el de ellas: devolver a Okawa al Templo. ¿Vamos a meternos ahí a darnos de golpes con quien nos salga al paso sin poder hacer uso de nuestros jutsus? No me gusta nada...
Miró a King Rōga, esperando su opinión.