30/09/2019, 18:59
El amejin continuó detrás de su compañero sin decir palabra alguna, ordenando con un gesto de su mano izquierda ir algo adelantada a su invocación, por si volviese a encontrar el rastro. En las salas de la entrada no parecía que hubiese nada, solo escombro y los cristales rotos de las ventanas. La sala era diáfana y tenía una mesa rota al lado derecho, con mas o menos cuatro o cinco sillas alrededor. Era dificil distinguir cuantas ya que algunas estaban literalmente a cachos.
El suelo estaba totalmente cubierto de polvo y cascotes provenientes del techo, quizás la escayola del techo se hubiera ido cayendo con el paso del tiempo y nadie hubiese tomado en cuenta aquel edificio para arreglarlo. Había varios montones de piedras esparcidos por toda la estancia, quizás fuera coincidencia o podría denotar algo sospechoso en ellos.
El pelinegro se limitaba a seguir a su nuevo compañero Roga en dirección hacia las escaleras, pero intentando ser todo lo sigiloso que podía.
El suelo estaba totalmente cubierto de polvo y cascotes provenientes del techo, quizás la escayola del techo se hubiera ido cayendo con el paso del tiempo y nadie hubiese tomado en cuenta aquel edificio para arreglarlo. Había varios montones de piedras esparcidos por toda la estancia, quizás fuera coincidencia o podría denotar algo sospechoso en ellos.
El pelinegro se limitaba a seguir a su nuevo compañero Roga en dirección hacia las escaleras, pero intentando ser todo lo sigiloso que podía.