1/10/2019, 23:58
Entre tanta gente, fue difícil dar con uno de los guardias de la ciudad. No obstante, sí, por allí pasó uno. Era un hombre con el pelo cano, el rostro duro y barba rasa de tres días. El militar le sonrió, en lo que pretendía ser una sonrisa amable, pero cansada.
—Oh, ¿un genin de paso, no? Vienen muchos como tú. Mira, sigue recto por la Avenida de las Flores. Es la segunda desde la izquierda. Cuando veas una pastelería con el letrero de color rosa, gira una calle a la derecha y enseguida estarás en un sitio decente y barato. El Barril Roto, se llama. Buena bebida, buena comida. Las habitaciones no son lo más cómodo de Oonindo, pero créeme, mejor eso a que arriesgarte en acabar en cualquier tugurio.
—Oh, ¿un genin de paso, no? Vienen muchos como tú. Mira, sigue recto por la Avenida de las Flores. Es la segunda desde la izquierda. Cuando veas una pastelería con el letrero de color rosa, gira una calle a la derecha y enseguida estarás en un sitio decente y barato. El Barril Roto, se llama. Buena bebida, buena comida. Las habitaciones no son lo más cómodo de Oonindo, pero créeme, mejor eso a que arriesgarte en acabar en cualquier tugurio.