2/10/2019, 21:19
En aquella pequeña casita Daigo consiguió sentirse casi como en casa, fruto de la hospitalidad de aquella solitaria familia.
También se lo pasó genial jugando al tres en raya y compartiendo tiempo con aquella niña que soñaba viajar por todo Oonindo.
Había sido una buena idea parar justo allí.
Pronto se hizo muy tarde y ya era hora de dormir, pero no sin antes contarle un cuento a Gura. Uno distinto a los que ella ya había escuchado.
—Claro que sí —sonrió, haciéndole una seña a la niña para que se fuera a la cama.
Una vez allí y con la chiquilla ya lista para dormir, el joven genin se sentó a su lado y se aclaró la garganta.
—Hace mucho tiempo —empezó muy lento, para que la niña se prepara para escuchar—. En Tane-Shigai, la capital de mi país, había un grupo de gatos. Algunos grandes y otros pequeños. De todas las razas y colores que te pudieras imaginar.
Gesticulaba con las manos, para ayudarla a imaginarse lo que le contaba.
»Entre ellos había una muy especial, pero no por su suave pelaje blanco y ni siquiera por sus enormes bigotes, sino porque mientras los otros gatos cazaban y jugaban, ella miraba la luna durante horas y horas.
Daigo realizó un par de sellos y concentró una pequeña cantidad de chakra en su cuerpo para hacer aparecer unas verdes orejas de gato.
»"Te vas a quedar tonto de tanto mirarla" —dijo con una vocecita—, le decían los otros gatos, pero a ella no le importaba. Le aburría la rutina de buscar ratones y hacer cosas normales de gato, pero la luna le hacía soñar. Soñaba con alcanzarla y abrazarla.
»Solo uno de sus amigos se preocupaba por ella e intentaba que abandonara su obsesión, ¿pero sabes qué le respondía la gatita? —preguntó y le dio un segundo a Gura antes de continuar—. Le decía "¿No ves lo hermosa que es? Hoy está más brillante y grande que nunca, pero también más lejos. ¿Podremos algún día llegar hasta donde está?"
»Un buen día dejó de aparecer y nadie fue capaz de encontrarla —dijo algo apenado—. “Se ha ido a perseguir sus sueños. ¿Habrá alcanzado la luna?” se preguntaba su amigo.
»Lo cierto es que en las noches de luna llena, si miras con mucha atención entre alguna de sus manchas podrás notar unos bigotes alargados. Incluso hay quien dice que se puede ver la forma de un gato, pero no todo el mundo puede verlo. Solo quien tiene espíritu aventurero.
El joven sonrió e hizo desaparecer orejas, dando por finalizado el cuento.
También se lo pasó genial jugando al tres en raya y compartiendo tiempo con aquella niña que soñaba viajar por todo Oonindo.
Había sido una buena idea parar justo allí.
Pronto se hizo muy tarde y ya era hora de dormir, pero no sin antes contarle un cuento a Gura. Uno distinto a los que ella ya había escuchado.
—Claro que sí —sonrió, haciéndole una seña a la niña para que se fuera a la cama.
Una vez allí y con la chiquilla ya lista para dormir, el joven genin se sentó a su lado y se aclaró la garganta.
—Hace mucho tiempo —empezó muy lento, para que la niña se prepara para escuchar—. En Tane-Shigai, la capital de mi país, había un grupo de gatos. Algunos grandes y otros pequeños. De todas las razas y colores que te pudieras imaginar.
Gesticulaba con las manos, para ayudarla a imaginarse lo que le contaba.
»Entre ellos había una muy especial, pero no por su suave pelaje blanco y ni siquiera por sus enormes bigotes, sino porque mientras los otros gatos cazaban y jugaban, ella miraba la luna durante horas y horas.
Daigo realizó un par de sellos y concentró una pequeña cantidad de chakra en su cuerpo para hacer aparecer unas verdes orejas de gato.
»"Te vas a quedar tonto de tanto mirarla" —dijo con una vocecita—, le decían los otros gatos, pero a ella no le importaba. Le aburría la rutina de buscar ratones y hacer cosas normales de gato, pero la luna le hacía soñar. Soñaba con alcanzarla y abrazarla.
»Solo uno de sus amigos se preocupaba por ella e intentaba que abandonara su obsesión, ¿pero sabes qué le respondía la gatita? —preguntó y le dio un segundo a Gura antes de continuar—. Le decía "¿No ves lo hermosa que es? Hoy está más brillante y grande que nunca, pero también más lejos. ¿Podremos algún día llegar hasta donde está?"
»Un buen día dejó de aparecer y nadie fue capaz de encontrarla —dijo algo apenado—. “Se ha ido a perseguir sus sueños. ¿Habrá alcanzado la luna?” se preguntaba su amigo.
»Lo cierto es que en las noches de luna llena, si miras con mucha atención entre alguna de sus manchas podrás notar unos bigotes alargados. Incluso hay quien dice que se puede ver la forma de un gato, pero no todo el mundo puede verlo. Solo quien tiene espíritu aventurero.
El joven sonrió e hizo desaparecer orejas, dando por finalizado el cuento.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.