9/10/2019, 01:14
El joven no lo entendía. No entendía nada de lo que estaba sucediendo. ¿Se suponía que el cielo debía verse de ese color? Y la arena estaba... ¿ardiendo?
¿Pero qué más daba cuando estaba volando como un pájaro? Comiéndose las nubes de tres en tres, ¡y estaba deliciosas! Tenía tanta hambre, pero se encontraba tan bien...
¿Que cómo había conseguido llegar tan alto? No se lo pregunten demasiado, que Tsukiyama Daigo tampoco lo hizo. Simplemente dejó de pensar en ello en cuanto se dio cuenta de que podía hacerlo.
En la Kusagakure iban a flipar todos en cuanto descubrieran que podía volar, ¿eh?
No, probablemente no.
De todos modos, aquello no le duró demasiado al peliverde, quien pronto se vio cayendo y gritando sin poder detenerse.
Hasta que finalmente cayó y calló porque ahora escuchaba la voz de su admirado Kage regañándole.
—Lo siento, Kenzou-sama, sabía que confiaba en mí y me confié...
Apenado, el chico se encontraba apresado tanto por la arena como por la vergüenza que sentía.
Kenzou se lo confirmó, o así lo creía él, con uno de sus característicos callejones.
—¿Y ahora qué vamos a hacer?
Si pudiera abrir los ojos y mover su cabeza ahora mismo la tendría agachada, evitando su mirada como un niño que sabía que había decepcionado.
—Yo.... —no sabía qué decir. Se le atragantaban las palabras—, po-por favor a...yúdeme a continuar... no puedo hacerlo solo...
¿Pero qué más daba cuando estaba volando como un pájaro? Comiéndose las nubes de tres en tres, ¡y estaba deliciosas! Tenía tanta hambre, pero se encontraba tan bien...
¿Que cómo había conseguido llegar tan alto? No se lo pregunten demasiado, que Tsukiyama Daigo tampoco lo hizo. Simplemente dejó de pensar en ello en cuanto se dio cuenta de que podía hacerlo.
En la Kusagakure iban a flipar todos en cuanto descubrieran que podía volar, ¿eh?
No, probablemente no.
De todos modos, aquello no le duró demasiado al peliverde, quien pronto se vio cayendo y gritando sin poder detenerse.
Hasta que finalmente cayó y calló porque ahora escuchaba la voz de su admirado Kage regañándole.
—Lo siento, Kenzou-sama, sabía que confiaba en mí y me confié...
Apenado, el chico se encontraba apresado tanto por la arena como por la vergüenza que sentía.
Kenzou se lo confirmó, o así lo creía él, con uno de sus característicos callejones.
—¿Y ahora qué vamos a hacer?
Si pudiera abrir los ojos y mover su cabeza ahora mismo la tendría agachada, evitando su mirada como un niño que sabía que había decepcionado.
—Yo.... —no sabía qué decir. Se le atragantaban las palabras—, po-por favor a...yúdeme a continuar... no puedo hacerlo solo...
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.