9/10/2019, 14:05
Daigo no necesitó verlo. La sonrisa de Kenzou desapareció, pero lo que decía no podía ser verdad, ¿no? Kenzou podía sacarlo sacarlo de esta, si no, ¿qué sería de él?
¿O acaso ya estaba...?
Una voz con color y forma llegó hasta el peliverde, restándole importancia al asunto.
«Yubiwa...»
Daigo se había dicho hace tiempo que debía hacerse fuerte para ser quien atrapara a ese traidor, pero ahora, incluso si tuviera la capacidad de hacerlo, el poder.
No podría, pues en lo que eran sus últimos momentos, era él quien lo acompañaba en sus últimos momentos junto al hombre a quien más admiraba.
Y por eso le estaba infinitamente agradecido.
Y una vez más le ofreció el mismo consejo que le dio a Daigo cuando se sintió perdido.
—Sí, sí recuerdo... —dijo con tristeza.
Y justo eso era lo que había hecho. Con todo lo responsable que pretendía ser acabó actuando irresponsablemente.
¿Acaso había hecho mal? El inexperto genin no lo creía. A pesar de su situación estaba convencido de que su único error había sido dejarse morir en el intento.
—¡Yubiwa-sensei! —intentó llamar su atención como lo solía hacer—. ¡Yo no quiero nubes de azúcar, ni oro, ni paisajes hermosos, ni ríos de miel!
»Quieri salir de aquí... —rogó—. Quiero volver...
¿O acaso ya estaba...?
Una voz con color y forma llegó hasta el peliverde, restándole importancia al asunto.
«Yubiwa...»
Daigo se había dicho hace tiempo que debía hacerse fuerte para ser quien atrapara a ese traidor, pero ahora, incluso si tuviera la capacidad de hacerlo, el poder.
No podría, pues en lo que eran sus últimos momentos, era él quien lo acompañaba en sus últimos momentos junto al hombre a quien más admiraba.
Y por eso le estaba infinitamente agradecido.
Y una vez más le ofreció el mismo consejo que le dio a Daigo cuando se sintió perdido.
—Sí, sí recuerdo... —dijo con tristeza.
Y justo eso era lo que había hecho. Con todo lo responsable que pretendía ser acabó actuando irresponsablemente.
¿Acaso había hecho mal? El inexperto genin no lo creía. A pesar de su situación estaba convencido de que su único error había sido dejarse morir en el intento.
—¡Yubiwa-sensei! —intentó llamar su atención como lo solía hacer—. ¡Yo no quiero nubes de azúcar, ni oro, ni paisajes hermosos, ni ríos de miel!
»Quieri salir de aquí... —rogó—. Quiero volver...
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.