10/10/2019, 01:03
(Última modificación: 10/10/2019, 01:05 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
Aquel viaje le estaba destrozando. En aquel preciso instante lamentó no haber recibido esta misión una vez hubiera estado construido el ferrocarril... Quizás muriera de frío, pero no tenía ninguna forma de hacer fuego, ni siquiera nadie antes le había enseñado como hacerlo, por lo que pensó en sus opciones mientras se acercaba al borde del bosque. Sabía que no podía invocar a su mapache como había hecho en otras ocasiones, ya que se moriría de frío igual que él, o incluso antes, al ser criaturas con menos resistencia al frío. Esta vez, el tanuki no iba a proporcionarle cobijo...
Una vez en el linde del bosque, no se le ocurrió nada mejor que cubrirse con su técnica de tierra para evitar el viento. Una vez estuvo a cierta distancia dentro del bosque de pinos, intentó hacer una serie de sellos para cubrirse con aquellas cúpulas que le protegerían del viento y, en un principio, de la nieve. A escasos seis metros de la entrada del bosque, allí intentaría resguardarse, lamentando por no saber hacer fuego, ni haber aprendido a dominar el elemento fuego jamás en su vida.
-Doton: Dōmuheki! -Dijo tras hacer una serie de sellos con cuestionable destreza dadas sus entumecidas manos para, instantes después, ver como unas gruesas fauces de roca comenzaban a engullirle, dejando apenas tres centímetros entre ellas -Espero que esto sirva... -Se dijo a sí mismo con cierto tono lastimoso.
Una vez en el linde del bosque, no se le ocurrió nada mejor que cubrirse con su técnica de tierra para evitar el viento. Una vez estuvo a cierta distancia dentro del bosque de pinos, intentó hacer una serie de sellos para cubrirse con aquellas cúpulas que le protegerían del viento y, en un principio, de la nieve. A escasos seis metros de la entrada del bosque, allí intentaría resguardarse, lamentando por no saber hacer fuego, ni haber aprendido a dominar el elemento fuego jamás en su vida.
-Doton: Dōmuheki! -Dijo tras hacer una serie de sellos con cuestionable destreza dadas sus entumecidas manos para, instantes después, ver como unas gruesas fauces de roca comenzaban a engullirle, dejando apenas tres centímetros entre ellas -Espero que esto sirva... -Se dijo a sí mismo con cierto tono lastimoso.