13/10/2019, 04:02
Mei aceptó la ofrenda de paz, lo que alivió a Ranko e hizo sonreír a Kuumi. En lo que la Uzujin regresaba al baño para cambiarse, la pelirroja se acercó a su hermana.
—¡Están realmente lindos, Kuu-chan! ¡Gra…! —intentó decir la más alta, pero la otra la cortó.
—Sí, sí, no hay problema. Ranko. Fueron a las termas ya, ¿Verdad? ¿Qué pasó allí?
La chica balbuceó un instante y su rostro retomó el carmesí por enésima vez.
—A-ahm… P-pues… N-nos… Nos ba-bañamos… Y-y pasamos un bonito rato y… y… —La imagen del rostro de Mei tan cerca del suyo seguía bastante fresca. Podía conjurar sus orbes esmeraldas, y verlos cerrarse, acercarse, prepararse… Podía sentir todavía el cuerpo húmedo de la chica. Y lo de los vestidores… —. U-u-un he-hermoso rato…
—Ajá. —Kuumi la observaba con expresión de sospecha y brazos cruzados.
Entonces, Mei salió del baño portando el yukata. Kuumi alzó las cejas en aprobación, mientras que Ranko dio pequeños aplausos silenciosos. Ante sus ojos, se veía magnífica, y no podría haber mejor prenda para ella. Las mariposas de la tela parecieron aletear mágicamente cuando ella giró. Y su aroma… ¿Era diferente?
—¡Le queda hermoso a Mei-san! ¡E-es muy preciosa! ¡Precioso! ¡U-un yukata muy precioso!
Ranko había comenzado a sudar ante la presión de los ojos de su hermana, quien asentía lentamente.
—Ya… Ya veo… Ran-chan, ¿Y si te cambias? Parece que saldrán de nuevo, ¿No? ¿Juntas?
—Ehm… s-sí. Ya… ya voy…
Ranko asintió, tomó el atuendo y fue al baño. Sintió un olor a quemado al entrar.
Mientras tanto, Kuumi se quedaba a solas con Mei de nuevo. La pelirroja se sentó en el borde de una de las camas y se inclinó hacia atrás, apoyándose con las manos. No habló mas que al final, pero sí le dirigió varias miradas de vez en cuando. Ranko tardó un poco más que Mei, pues aprovechó para peinar su larga trenza.
—Entonces… ¿Qué tal se portó Ran-chan en las termas? ¿Acaso…?
Pero fue interrumpida de nuevo, pues Ranko salió, vistiendo el yukata rosa.
—E-estoy lista. Creo.
—Woah, te queda exquisito, hermana. ¿No, Mei? —Kuumi miró de reojo a la chica, esperando su comentario.
La pelirroja era la única que no estaba lista para salir, aunque no parecía tener ganas de ello. Aunque se le notaba más tranquila, mucho más que en la tarde, y parecía tolerar más la presencia de Mei.
—¡Están realmente lindos, Kuu-chan! ¡Gra…! —intentó decir la más alta, pero la otra la cortó.
—Sí, sí, no hay problema. Ranko. Fueron a las termas ya, ¿Verdad? ¿Qué pasó allí?
La chica balbuceó un instante y su rostro retomó el carmesí por enésima vez.
—A-ahm… P-pues… N-nos… Nos ba-bañamos… Y-y pasamos un bonito rato y… y… —La imagen del rostro de Mei tan cerca del suyo seguía bastante fresca. Podía conjurar sus orbes esmeraldas, y verlos cerrarse, acercarse, prepararse… Podía sentir todavía el cuerpo húmedo de la chica. Y lo de los vestidores… —. U-u-un he-hermoso rato…
—Ajá. —Kuumi la observaba con expresión de sospecha y brazos cruzados.
Entonces, Mei salió del baño portando el yukata. Kuumi alzó las cejas en aprobación, mientras que Ranko dio pequeños aplausos silenciosos. Ante sus ojos, se veía magnífica, y no podría haber mejor prenda para ella. Las mariposas de la tela parecieron aletear mágicamente cuando ella giró. Y su aroma… ¿Era diferente?
—¡Le queda hermoso a Mei-san! ¡E-es muy preciosa! ¡Precioso! ¡U-un yukata muy precioso!
Ranko había comenzado a sudar ante la presión de los ojos de su hermana, quien asentía lentamente.
—Ya… Ya veo… Ran-chan, ¿Y si te cambias? Parece que saldrán de nuevo, ¿No? ¿Juntas?
—Ehm… s-sí. Ya… ya voy…
Ranko asintió, tomó el atuendo y fue al baño. Sintió un olor a quemado al entrar.
Mientras tanto, Kuumi se quedaba a solas con Mei de nuevo. La pelirroja se sentó en el borde de una de las camas y se inclinó hacia atrás, apoyándose con las manos. No habló mas que al final, pero sí le dirigió varias miradas de vez en cuando. Ranko tardó un poco más que Mei, pues aprovechó para peinar su larga trenza.
—Entonces… ¿Qué tal se portó Ran-chan en las termas? ¿Acaso…?
Pero fue interrumpida de nuevo, pues Ranko salió, vistiendo el yukata rosa.
—E-estoy lista. Creo.
—Woah, te queda exquisito, hermana. ¿No, Mei? —Kuumi miró de reojo a la chica, esperando su comentario.
La pelirroja era la única que no estaba lista para salir, aunque no parecía tener ganas de ello. Aunque se le notaba más tranquila, mucho más que en la tarde, y parecía tolerar más la presencia de Mei.
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