14/10/2019, 14:31
—Pues yo diría que no, joven muchacho. Salvo que haya ido usted alguna vez a mi tierra natal llamada Inaka, un maravilloso pueblo escondido tras kilómetros y kilómetros de desierto. Por mi parte es la primera vez que cruzo para estos lares de Oonindo —movió los brazos a su alrededor, apuntando a todo aquello que les rodeaba. Vegetación y más vegetación. Verde y más verde—. y no puedo sentirme sino gratamente sorprendido por lo complejo y cambiante que es nuestro mundo.
El viajero se acercó hasta Daigo y le extendió la mano. Cuando se la estrechó, lo hizo con una fuerza inequívocamente majestuosa. Una que no correspondía a esos brazos. Pero a veces la fuerza no viene de los músculos altamente desarrollados, y nadie más que Daigo, un boxeador en formación; debía saberlo.
—Kincho es mi nombre.
El viajero se acercó hasta Daigo y le extendió la mano. Cuando se la estrechó, lo hizo con una fuerza inequívocamente majestuosa. Una que no correspondía a esos brazos. Pero a veces la fuerza no viene de los músculos altamente desarrollados, y nadie más que Daigo, un boxeador en formación; debía saberlo.
—Kincho es mi nombre.