14/10/2019, 18:42
Mientras Kouji descansaba, uno de los obreros dejó su puesto y se acercó poco a poco, dejando que sus gruesas botas dejaran marca entre la suciedad y el lodo. El hombre en sí mismo no estaba tan mugriento, pues de una u otra forma la llovizna servía de paliativa limpieza en aquel sitio. Vestía un overall impermeable en color azul, con una camisa gruesa de manga larga debajo y un extraño casco anaranjado. Tenía un bigote tan poblado como el País del Bosque y una nariz achatada en color rosa que le hacía destacar bastante. Sus ojos eran enormes y vivarachos, negros pero alegres.
—¡Oi oei! Eh, muchacho. Esta es una zona de riesgo, que hay hombres trabajando. No deberías estar por aquí— Pese al regaño, su tono era el de un bonachón alegre, siendo que el grueso labio inferior de aquel hombre parecía formar una gran sonrisa. —Estos jovenzuelos de hoy en día... ¿Eh? ¿Eso es una bandana?— señalaría su placa en cuando se percató de ella.
—¡Oi oei! Eh, muchacho. Esta es una zona de riesgo, que hay hombres trabajando. No deberías estar por aquí— Pese al regaño, su tono era el de un bonachón alegre, siendo que el grueso labio inferior de aquel hombre parecía formar una gran sonrisa. —Estos jovenzuelos de hoy en día... ¿Eh? ¿Eso es una bandana?— señalaría su placa en cuando se percató de ella.