14/10/2019, 20:00
Silencio absoluto, tanto que al abrir las puertas corredizas estas apenas emitieron ruido. El Yotsuki observó los alrededores, aunque la oscuridad era lo único que le recibió. Se atrevió entonces a dar un sigiloso paso que al final tuvo el efecto contrario pues a la mínima pisada este crujió, rechinando como el dulce trino de un ruiseñor cantarín.
—Oh mierda, oh mierda...Este piso es uguisubari— Se frenó en seco, retirando poco a poco el pie de las tablas. —Sea la madre... No importa que tan lento nos movamos, va a sonar por la presión de nuestro propio peso. Es cómo caminar con un montón de cascabeles encima, se van a dar cuenta de que estamos aquí—. Tanteó el piso con los dedos —Y las paredes son de papel de arroz también, dudo que vayan a aguantar nuestro peso si intentamos treparlas.
»Con razón estaban tan tranquilas las malditas.
—Oh mierda, oh mierda...Este piso es uguisubari— Se frenó en seco, retirando poco a poco el pie de las tablas. —Sea la madre... No importa que tan lento nos movamos, va a sonar por la presión de nuestro propio peso. Es cómo caminar con un montón de cascabeles encima, se van a dar cuenta de que estamos aquí—. Tanteó el piso con los dedos —Y las paredes son de papel de arroz también, dudo que vayan a aguantar nuestro peso si intentamos treparlas.
»Con razón estaban tan tranquilas las malditas.