14/10/2019, 22:49
(Última modificación: 14/10/2019, 22:52 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
El suelo estaba frío. Cuando Kisame se despertó se asustó en un principio. Alguien le zarandeaba mientras le sostenía en sus brazos. Sintió un mojado pelo en su nuca y el cosquilleo de unos bigotes en su cara. Poco a poco fue abriendo los ojos y pudo distinguir una cara conocida. Una cara curva y jovial cubierta completamente de pelo, con unas manchas enormes y negras en los ojos que contrastaban con un pardo y blanco pelaje. Le hablaba con su guasón tono de voz habitual, era... Heishi?
-Venga chaval, despierta hombre! -El tono del mapache sonaba algo hastiado -Menos mal, pensé que os tendría que llevar a cuestas -Comentó con una sonrisa de oreja a oreja mientras posaba a Kisame en el suelo y se acercaba a Roga, con el tanuki de Kisame en el hombro derecho.
Heishi era un tanuki bípedo, de pelaje pardo y con dos círculos negros tremendamente oscuros rodeando sus ojos, los cuales, eran de un amarillo bastante llamativo. Vestía con un haori verduzco completamente abierto. Dentro solo se podía distinguir un curtido, musculoso y humanizado torso, unas vendas blancas apretando su obdomen, como las que llevaba el propio Kisame, en las cuales podían verse colgando un portaobjetos. Unos pantalones de kimono a juego con la chaqueta y absolutamente descalzo, presumiendo de unas largas y fuertes garras. A la espalda, podían verse dos Uchigatanas cruzadas, metidas en sus fundas que, presumiblemente estaban sujetas por las cintas de cuero que se le veían en el pecho. Su cola, larga y gruesa, tenía anillos negros a su alrededor, bastante llamativa a decir verdad. Fácilmente mediría unos dos metros y medio, más o menos. Llevaba al tanuki de Kisame al hombro. Ahora, al verles juntos, era bastante obvio que eran familia.
-He-Heishi? Qué haces aquí? -Preguntó Kisame algo confundido e intentando espavilarse rápidamente. Al instante, miró hacia Roga -Hey, Roga-senpai, estás bien? -Preguntó con cierto tono de preocupación.
No había rastro del chico, ni de la mujer que cantaba aquella nana, la puerta del edificio estaba abierta de par en par, había signos de lucha en la sala, incluso... Cualquiera que se fijara, podría darse cuenta que parte de las vendas que llevaba Heishi en el abdomen estaban manchadas de sangre.
-Venga chaval, despierta hombre! -El tono del mapache sonaba algo hastiado -Menos mal, pensé que os tendría que llevar a cuestas -Comentó con una sonrisa de oreja a oreja mientras posaba a Kisame en el suelo y se acercaba a Roga, con el tanuki de Kisame en el hombro derecho.
Heishi era un tanuki bípedo, de pelaje pardo y con dos círculos negros tremendamente oscuros rodeando sus ojos, los cuales, eran de un amarillo bastante llamativo. Vestía con un haori verduzco completamente abierto. Dentro solo se podía distinguir un curtido, musculoso y humanizado torso, unas vendas blancas apretando su obdomen, como las que llevaba el propio Kisame, en las cuales podían verse colgando un portaobjetos. Unos pantalones de kimono a juego con la chaqueta y absolutamente descalzo, presumiendo de unas largas y fuertes garras. A la espalda, podían verse dos Uchigatanas cruzadas, metidas en sus fundas que, presumiblemente estaban sujetas por las cintas de cuero que se le veían en el pecho. Su cola, larga y gruesa, tenía anillos negros a su alrededor, bastante llamativa a decir verdad. Fácilmente mediría unos dos metros y medio, más o menos. Llevaba al tanuki de Kisame al hombro. Ahora, al verles juntos, era bastante obvio que eran familia.
-He-Heishi? Qué haces aquí? -Preguntó Kisame algo confundido e intentando espavilarse rápidamente. Al instante, miró hacia Roga -Hey, Roga-senpai, estás bien? -Preguntó con cierto tono de preocupación.
No había rastro del chico, ni de la mujer que cantaba aquella nana, la puerta del edificio estaba abierta de par en par, había signos de lucha en la sala, incluso... Cualquiera que se fijara, podría darse cuenta que parte de las vendas que llevaba Heishi en el abdomen estaban manchadas de sangre.