16/10/2019, 18:51
Aunque evidentemente molesto por el catarro, Kisame llegó sin problemas a Yukio. El clima había mejorado y ahora un espléndido Sol le reconfortaba, aunque seguía haciendo aquél horrible frío. Las calles empedradas y las casitas bajas de aquella ciudad le recibieron con simpatía. Habría quien podría pensar que Yukio se trataba de un pueblo pequeño, al estar escondido tan al norte, pero nada más lejos de la realidad: era una ciudad enorme.
Y vislumbrando el humo de las chimeneas el muchacho se preguntó: y bien, ¿a dónde tengo que dirigirme y a quién tengo que enseñarle este pergamino?
Y vislumbrando el humo de las chimeneas el muchacho se preguntó: y bien, ¿a dónde tengo que dirigirme y a quién tengo que enseñarle este pergamino?
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