25/10/2019, 14:44
No se podía negar que la cantidad de la gente era abrumadora, pero eso no significaba que un par de kunoichis pudiese perderse entre el bululu... ¿O sí?
No obstante, Ranko sintió la necesidad de tomar mi diestra, y yo sentí la necesidad de entrelazar sus dedos con los míos, su mano y la mía, juntas.
Tras avanzar, Ranko podría percibir las miradas en nosotras, algo que le haría sudar más, revolvería su estómago e incluso volvería a tonarse roja, muy roja, pero cuando notó que los ojos no se paraban en ella, en nuestras manos, ni en el hecho de que eramos dos mujeres jóvenes tomadas de la mano en medio de un festival, sus nervios y ansiedad desaparecieron, pronto descubriría que nos veía mayormente mujeres, y luego, que se enfocaban en nuestra vestimenta, en los preciosos yukata que su hermana nos acababa de dar, los cuales parecían deslumbrar más que los demás.
—Allá hay una tienda de esas— apresuré el paso, remolcando más rápido a Sagiso, solté nuestro lazo para tomar una máscara con cada mano, y poner una temporalmente en mi rostro —. ¿Cual me queda mejor?— pregunté mientras seguía intercambiandolas. La primera la tipica de porcelana blanca, con orejas de gato, bigotes pintados, la nariz triangular y rosada, los ojos grandes y con sombra roja; la segunda de la misma porcelana, pero con los rasgos felinos más acentuados, los ojos más pequeño de igual manera decorada con sombra rojiza, tenía la misma nariz, y boca, bueno una especie de colmillo que entresalía de una franja que vendría siendo los labios, y unos bigotes; ninguna parecía muy femenina, pero cada una tenía un cierto atractivo. Elegiría la opción que a Ranko le gustase más, de igual forma como sí no le gustase ninguna.
—Y... ¿Sabes a dónde iremos a cenar?— indagué, después de todo había sido su idea.
No obstante, Ranko sintió la necesidad de tomar mi diestra, y yo sentí la necesidad de entrelazar sus dedos con los míos, su mano y la mía, juntas.
Tras avanzar, Ranko podría percibir las miradas en nosotras, algo que le haría sudar más, revolvería su estómago e incluso volvería a tonarse roja, muy roja, pero cuando notó que los ojos no se paraban en ella, en nuestras manos, ni en el hecho de que eramos dos mujeres jóvenes tomadas de la mano en medio de un festival, sus nervios y ansiedad desaparecieron, pronto descubriría que nos veía mayormente mujeres, y luego, que se enfocaban en nuestra vestimenta, en los preciosos yukata que su hermana nos acababa de dar, los cuales parecían deslumbrar más que los demás.
—Allá hay una tienda de esas— apresuré el paso, remolcando más rápido a Sagiso, solté nuestro lazo para tomar una máscara con cada mano, y poner una temporalmente en mi rostro —. ¿Cual me queda mejor?— pregunté mientras seguía intercambiandolas. La primera la tipica de porcelana blanca, con orejas de gato, bigotes pintados, la nariz triangular y rosada, los ojos grandes y con sombra roja; la segunda de la misma porcelana, pero con los rasgos felinos más acentuados, los ojos más pequeño de igual manera decorada con sombra rojiza, tenía la misma nariz, y boca, bueno una especie de colmillo que entresalía de una franja que vendría siendo los labios, y unos bigotes; ninguna parecía muy femenina, pero cada una tenía un cierto atractivo. Elegiría la opción que a Ranko le gustase más, de igual forma como sí no le gustase ninguna.
—Y... ¿Sabes a dónde iremos a cenar?— indagué, después de todo había sido su idea.
Hablo (Aquamarine)
«Pienso»
Akito (Teal)
Naoko (Lightcoral)
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