2/11/2019, 19:39
Ranko se alegró de que Mei la siguiese de buena gana, y de que no se quejara de los apretoncitos de mano. La Uzujin pidió algo de wantan y un par de tés helados, a lo que Ranko asintió, totalmente de acuerdo con la idea de beber algo.
—¡Oh, son foráneas! Pues bienvenidas sean~ Por supuesto, por supuesto, enseguida —La mujer y su esposo se pusieron manos a la obra al instante. Se notaba la maestría que tenían para preparar comida. Posiblemente llevaban mucho tiempo ya haciéndolo. La mujer sonrió enormemente cuando Mei mencionó el día siguiente —. ¡Definitivamente, cariño! ¡Ya verás que el dios Gato saldrá triunfante de nuevo! Aunque mi esposo esté en contra de ello. —Le guiñó un ojo a Mei y tanto ella como su cónyuge echaron a reír. Tal parecía que las ventas eran tan importantes como para evitar riñas entre la pareja.
Mei instó a Ranko a sentarse, ante lo cual la Kusajin asintió, aunque significara soltar la mano de la chica. Cuando estaba pensando qué decir, escuchó un ruido extraño que, al parecer, provenía del estómago de Mei.
—¡M-Mei-san! —El tono de Ranko era entre preocupado y un poco divertido —. Realmente ha pasado un rato sin comer… —Ranko sintió que su rostro también enrojecía, como si compartiese la vergüenza de Mei.
—Ikayaki para la señorita. —dijo la mujer, entregándole a Ranko un plato con lo que parecía ser una crepa con excelente presentación. Había escuchado que era un platillo de rápida preparación, pero no sabía que estaría listo tan pronto.
—M-muchas gracias.
Ranko tomó el plato y los palillos que le ofrecía la cocinera y los puso sobre la barra. Entonces tuvo una idea.
"Oh no. OH NO. No serás capaz, Ranko. ¿Lo serás? ¡Sí! ¡SÍ! ¡Ranko cien por ciento decidida!" La chica gritó mentalmente.
Obedeciendo a un corazón que latía mil veces más rápido que cuando terminaba un entrenamiento súper pesado, Ranko separó los palillos y cortó con ellos un poco de su ikayaki. Tomó el pedazo y, con una mano ligeramente temblorosa pero de agarre fuerte, acercó los palillos con el trozo de calamar asado al rostro de Mei, mientras que llevaba la palma izquierda debajo para evitar que cualquier rastro de comida cayera sobre la chica o la barra
—C-C-Creo que M-Mei-san lo n-nece-necesita primero…
El rostro de Ranko volvía a su ya natural color escarlata. Esperaba con todo su ser que Mei aceptara y comiera, pues de lo contrario la pena sustituiría cada célula de su cuerpo y estaba segura que moriría de la vergüenza allí mismo..
—¡Oh, son foráneas! Pues bienvenidas sean~ Por supuesto, por supuesto, enseguida —La mujer y su esposo se pusieron manos a la obra al instante. Se notaba la maestría que tenían para preparar comida. Posiblemente llevaban mucho tiempo ya haciéndolo. La mujer sonrió enormemente cuando Mei mencionó el día siguiente —. ¡Definitivamente, cariño! ¡Ya verás que el dios Gato saldrá triunfante de nuevo! Aunque mi esposo esté en contra de ello. —Le guiñó un ojo a Mei y tanto ella como su cónyuge echaron a reír. Tal parecía que las ventas eran tan importantes como para evitar riñas entre la pareja.
Mei instó a Ranko a sentarse, ante lo cual la Kusajin asintió, aunque significara soltar la mano de la chica. Cuando estaba pensando qué decir, escuchó un ruido extraño que, al parecer, provenía del estómago de Mei.
—¡M-Mei-san! —El tono de Ranko era entre preocupado y un poco divertido —. Realmente ha pasado un rato sin comer… —Ranko sintió que su rostro también enrojecía, como si compartiese la vergüenza de Mei.
—Ikayaki para la señorita. —dijo la mujer, entregándole a Ranko un plato con lo que parecía ser una crepa con excelente presentación. Había escuchado que era un platillo de rápida preparación, pero no sabía que estaría listo tan pronto.
—M-muchas gracias.
Ranko tomó el plato y los palillos que le ofrecía la cocinera y los puso sobre la barra. Entonces tuvo una idea.
"Oh no. OH NO. No serás capaz, Ranko. ¿Lo serás? ¡Sí! ¡SÍ! ¡Ranko cien por ciento decidida!" La chica gritó mentalmente.
Obedeciendo a un corazón que latía mil veces más rápido que cuando terminaba un entrenamiento súper pesado, Ranko separó los palillos y cortó con ellos un poco de su ikayaki. Tomó el pedazo y, con una mano ligeramente temblorosa pero de agarre fuerte, acercó los palillos con el trozo de calamar asado al rostro de Mei, mientras que llevaba la palma izquierda debajo para evitar que cualquier rastro de comida cayera sobre la chica o la barra
—C-C-Creo que M-Mei-san lo n-nece-necesita primero…
El rostro de Ranko volvía a su ya natural color escarlata. Esperaba con todo su ser que Mei aceptara y comiera, pues de lo contrario la pena sustituiría cada célula de su cuerpo y estaba segura que moriría de la vergüenza allí mismo..
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