19/11/2019, 00:26
(Última modificación: 19/11/2019, 00:30 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
Ahora que había llevado la conversación a donde quería, iba a darle su respuesta. Seguramente fuera uno de esos genin que se encontraría con frecuencia, por lo que veía importante que comprendiera su código moral antes de nada, para evitar confusiones o malentendidos.
-Seguramente estos no, de hecho buscaban venganza porque, al parecer mi padre mató al suyo porque lo vio justo . Probablemente esta gente no haya delinquido nunca hasta hoy, ya sabes como es Yui-sama con los traidores -Comentó, intentando dejar clara su postura y, a la vez, lo que él entendía del asunto.
No tenía intención de responder a sus provocaciones, tenía visto que era alguien fanfarrón y con alto ego, pero no le molestaba y tenía un especial "superpoder" para esquivar ese tipo de cosas. Quizás no fuera el mejor orador pero a veces sabía encauzar conversaciones por donde mejor le convenía.
Entre tanto, salieron a una calle ancha de la aldea, cerca de la puerta. En ella, justo en medio, pudieron ver a un hombre bajito y regordete con la indumentaria oficial de la aldea y una titulación de chuunin en su pecho. Parecía alguien algo canoso, de pelo extremadamente corto, casi calvo y una poblada barba que caía sobre su pecho. Mantenía el sello de la rata con las piernas abiertas justo delante de la señora que les había provocado el genjutsu. Una oscura sombra salía de bajo sus piernas y se juntaba con la de la mujer. Pasrecía obvio que la mantenía retenida por el momento. En otro lado del claro, un hombre de aspecto musculado, gran porte y brazos descubiertos, con una indumentaria prácticamente igual a la del chico con cara de niño que había intentado atacar a Roga, peleaba cuerpo a cuerpo contra un hombre delgado y esbelto, de gran altura. Con una larga coleta en la parte superior trasera de su cabeza y el uniforme de Amegakure, con una acreditación de jonin en su pecho. Prácticamente al lado del callejón del que habían salido, se hallaba una mujer que quizás podría tener tres o cuatro años más que el propio Kisame. Llevaba el uniforme ya mencionado y una acreditación de chuunin. Su cabello era rubio y tenía los ojos verde esmeralda. Estaba tirada en el suelo, apoyada sobre una pared de madera con los ojos en blanco, mientras el niño que les había atacado, sacaba unas esposas supresoras de chakra del cinturón de la chica y se las ponía.
Unos instantes después de aparecer los dos genin, la joven chuunin volvió en si y se levantó del suelo, sacudiendo su ropa con la mano.
-Vaya, has venido, Kisame -Dijo con una sonrisa pícara mientras se acercaba al jóven y se aseguraba de que era totalmente inofensivo -Y has venido con un compañero... Bien, entonces supongo que os las arreglaréis aquí con Takato y tu padre. Yo voy a llevarle a este energúmeno a Amekoro-sama, a ver qué decide -Añadió con cierta amabilidad y unas maneras muy protocolarias. Casi sin dejarles tiempo para responder, tomó al chico del brazo y se alejó con él hacia el edificio de la Arashikhage.
-Seguramente estos no, de hecho buscaban venganza porque, al parecer mi padre mató al suyo porque lo vio justo . Probablemente esta gente no haya delinquido nunca hasta hoy, ya sabes como es Yui-sama con los traidores -Comentó, intentando dejar clara su postura y, a la vez, lo que él entendía del asunto.
No tenía intención de responder a sus provocaciones, tenía visto que era alguien fanfarrón y con alto ego, pero no le molestaba y tenía un especial "superpoder" para esquivar ese tipo de cosas. Quizás no fuera el mejor orador pero a veces sabía encauzar conversaciones por donde mejor le convenía.
Entre tanto, salieron a una calle ancha de la aldea, cerca de la puerta. En ella, justo en medio, pudieron ver a un hombre bajito y regordete con la indumentaria oficial de la aldea y una titulación de chuunin en su pecho. Parecía alguien algo canoso, de pelo extremadamente corto, casi calvo y una poblada barba que caía sobre su pecho. Mantenía el sello de la rata con las piernas abiertas justo delante de la señora que les había provocado el genjutsu. Una oscura sombra salía de bajo sus piernas y se juntaba con la de la mujer. Pasrecía obvio que la mantenía retenida por el momento. En otro lado del claro, un hombre de aspecto musculado, gran porte y brazos descubiertos, con una indumentaria prácticamente igual a la del chico con cara de niño que había intentado atacar a Roga, peleaba cuerpo a cuerpo contra un hombre delgado y esbelto, de gran altura. Con una larga coleta en la parte superior trasera de su cabeza y el uniforme de Amegakure, con una acreditación de jonin en su pecho. Prácticamente al lado del callejón del que habían salido, se hallaba una mujer que quizás podría tener tres o cuatro años más que el propio Kisame. Llevaba el uniforme ya mencionado y una acreditación de chuunin. Su cabello era rubio y tenía los ojos verde esmeralda. Estaba tirada en el suelo, apoyada sobre una pared de madera con los ojos en blanco, mientras el niño que les había atacado, sacaba unas esposas supresoras de chakra del cinturón de la chica y se las ponía.
Unos instantes después de aparecer los dos genin, la joven chuunin volvió en si y se levantó del suelo, sacudiendo su ropa con la mano.
-Vaya, has venido, Kisame -Dijo con una sonrisa pícara mientras se acercaba al jóven y se aseguraba de que era totalmente inofensivo -Y has venido con un compañero... Bien, entonces supongo que os las arreglaréis aquí con Takato y tu padre. Yo voy a llevarle a este energúmeno a Amekoro-sama, a ver qué decide -Añadió con cierta amabilidad y unas maneras muy protocolarias. Casi sin dejarles tiempo para responder, tomó al chico del brazo y se alejó con él hacia el edificio de la Arashikhage.