27/11/2019, 17:51
Aquellos orbes esmeraldas ardieron por un instante, algo que Ranko nunca había visto, pero que, por alguna razón, ansiaba compartir. Sin darse cuenta, soltaría un suspiro de anhelo después de tragar la porción de wantan mientras murmuraba “exquisito, sí…” Aquellas estrellas, ahora fugaces, quedarían grabadas en el corazón de la Kusajin, y las recordaría por largo tiempo. Se lamentó no poder seguir viendo ese fuego un segundo después.
—S-si le incomoda, podría quedarme con Mei-san —dijo antes de seguir con su ikayaki —. ¡M-me refiero…! Quiero decir, seguir llamándola así. Mei-san.
”Es un hermoso nombre, de todas maneras” pensó, decidiendo dejar aquellas palabras en su cabeza. La chica prosiguió con sus alimentos, hasta que no quedó más que aquellas migas que son realmente imposibles de comer, a menos que se lama el plato, por supuesto. Acabó también su té, para soltar un “gracias por la comida” después.
Sin embargo, hubo algo que lanzó un relámpago de melancolía sobre el campo de rosas que había sido aquella cena. ”Mañana… ¿terminará?” Ranko tragó saliva y dirigió sus ojos a los de Mei, como buscando inspiración.
—No tiene porqué terminar aquí —soltó, entre emocionada, un poco triste y mucho muy sonrojada —. Q-quiero decir… E-el festival acabará… P-pero t-tal vez… Podríamos vernos d-de nuevo. Y-y-y… —Su boca gesticuló un segundo, buscando el valor y las palabras adecuadas —. Encontrarnos. Y-y salir. E-en a-algún lugar. A-algún día. S-si Mei-san quiere.
”¿Qué estás diciendo, Ranko? ¿A dónde la estás invitando? ¿A Kusagakure? Claro, a menos que quieras ser acusada de traidora. ¡Sería imposible seguirnos viendo después del festival! No… ¡no! Sí se puede, solo… Bueno, no sé si podríamos… Pero… ¡Pero Ranko decidida quiere intentarlo!”
Habría una llama también en los orbes miel de Ranko. No sería apasionada como el fulgor de los ojos de Mei, sino brillante, agradablemente cálida. Amorosa, tal vez.
—S-si le incomoda, podría quedarme con Mei-san —dijo antes de seguir con su ikayaki —. ¡M-me refiero…! Quiero decir, seguir llamándola así. Mei-san.
”Es un hermoso nombre, de todas maneras” pensó, decidiendo dejar aquellas palabras en su cabeza. La chica prosiguió con sus alimentos, hasta que no quedó más que aquellas migas que son realmente imposibles de comer, a menos que se lama el plato, por supuesto. Acabó también su té, para soltar un “gracias por la comida” después.
Sin embargo, hubo algo que lanzó un relámpago de melancolía sobre el campo de rosas que había sido aquella cena. ”Mañana… ¿terminará?” Ranko tragó saliva y dirigió sus ojos a los de Mei, como buscando inspiración.
—No tiene porqué terminar aquí —soltó, entre emocionada, un poco triste y mucho muy sonrojada —. Q-quiero decir… E-el festival acabará… P-pero t-tal vez… Podríamos vernos d-de nuevo. Y-y-y… —Su boca gesticuló un segundo, buscando el valor y las palabras adecuadas —. Encontrarnos. Y-y salir. E-en a-algún lugar. A-algún día. S-si Mei-san quiere.
”¿Qué estás diciendo, Ranko? ¿A dónde la estás invitando? ¿A Kusagakure? Claro, a menos que quieras ser acusada de traidora. ¡Sería imposible seguirnos viendo después del festival! No… ¡no! Sí se puede, solo… Bueno, no sé si podríamos… Pero… ¡Pero Ranko decidida quiere intentarlo!”
Habría una llama también en los orbes miel de Ranko. No sería apasionada como el fulgor de los ojos de Mei, sino brillante, agradablemente cálida. Amorosa, tal vez.
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