3/12/2019, 18:56
(Última modificación: 3/12/2019, 18:56 por Uchiha Akame.)
Ajeno a la discusión —más bien inoportuna— que Rōga y Okawa estaban manteniendo mientras él se jugaba el tipo por ambos, Akame se concentraba con todo su intelecto en no morir fileteado por aquella extraña mujer... Si es que se la podía llamar así. No sólo tenía seis brazos y se movía con una fluidez antinatural, desviando su ataque con gran facilidad, sino que guardaba numerosos otros secretos en su propio cuerpo. Akame ya había entendido desde el primer momento que Enma Kyoko no era humana, si bien tampoco había podido dilucidar su naturaleza exacta, pero cuando la mujer-demonio contraatacó... El Uchiha lo supo.
«Esto... ¡Esto no es una persona! ¡Es una jodida marioneta!»
Como si ella quisiera confirmárselo, Kyoko sacó de la palma de uno de sus brazos un filo de acero que buscó atravesar el cuerpo de Akame. Éste, ágil y de buenos reflejos aun sin su Sharingan, pudo evitarlo retrocediendo un veloz paso para apartarse de la trayectoria de aquella hoja. «Por los pelos», se dijo, preocupado. La habilidad de Kyoko con las armas era muy superior a la suya propia. Debía hallar otra forma de vencer.
De repente una estela de humo de color malsano les envolvió, y Akame notó cómo se le metía en las fosas nasales, provocándole una tos repentina. «Veneno», supo. Aprovechando la coyuntura retrocedió todavía más para ganar el tiempo suficiente y sacar un pequeño vial cristalino de su portaobjetos. Con movimientos expertos lo descapuchó, bebiendo el contenido. «Esto debería bastar», esperó, aunque era consciente de que algunos venenos especialmente letales ignoraban los efectos del antídoto común.
El combate continuaba, y Akame no estaba pensando en dejarse vencer, precisamente. Su oponente parecía gozar de la ventaja del terreno, pues no podían usar chakra y ella era claramente mejor en el combate con armas; pero Akame había advertido un pequeño detalle, una fisura en el estilo de lucha de su enemiga. «Antes, cuando desvió mi ataque... Sí, estoy seguro. Esa marioneta no tiene más fuerza que la de un niño pequeño. Debería servir...» El Uchiha alzó el brazo diestro y apuntó a Enma Kyoko con el extremo de su katana, desafiante, mientras se llevaba la mano izquierda al portaobjetos. Luego clavó la espada en el suelo, sacó algo de sus bolsillos, y llevó ambas manos a la espalda. Trabajaban laboriosamente.
—Es una pena —provocó de vuelta—, tener que lastimar a alguien tan anciano. Que conste que no me siento orgulloso de hacer esto, pero no puedo permitir que maltrates más a esa niña.
De repente avanzó su mano zurda, arrojando algo a un punto entre Enma Kyoko y él. La hikaridama haría explosión justo después de que Akame cerrase los ojos, inundando toda la sala con un destello cegador. El Uchiha aprovechó el momento para arrojar un total de tres shuriken contra la marioneta; las estrellas, sin embargo, trazarían unas parábolas alrededor de ella en lugar de impactar directamente... Para acabar enrollándose en torno a sus seis brazos gracias a los hilos ninja que Akame había atado a ellas. El otro extremo de los hilos lo sostenía el exjōnin con gran fuerza entre sus dos manos, buscando apretar al máximo la presa alrededor de Kyoko. Si su percepción era acertada, aquella no tendría ni por asomo suficiente fuerza como para resistirse a ser atrapada.
«Esto... ¡Esto no es una persona! ¡Es una jodida marioneta!»
Como si ella quisiera confirmárselo, Kyoko sacó de la palma de uno de sus brazos un filo de acero que buscó atravesar el cuerpo de Akame. Éste, ágil y de buenos reflejos aun sin su Sharingan, pudo evitarlo retrocediendo un veloz paso para apartarse de la trayectoria de aquella hoja. «Por los pelos», se dijo, preocupado. La habilidad de Kyoko con las armas era muy superior a la suya propia. Debía hallar otra forma de vencer.
De repente una estela de humo de color malsano les envolvió, y Akame notó cómo se le metía en las fosas nasales, provocándole una tos repentina. «Veneno», supo. Aprovechando la coyuntura retrocedió todavía más para ganar el tiempo suficiente y sacar un pequeño vial cristalino de su portaobjetos. Con movimientos expertos lo descapuchó, bebiendo el contenido. «Esto debería bastar», esperó, aunque era consciente de que algunos venenos especialmente letales ignoraban los efectos del antídoto común.
El combate continuaba, y Akame no estaba pensando en dejarse vencer, precisamente. Su oponente parecía gozar de la ventaja del terreno, pues no podían usar chakra y ella era claramente mejor en el combate con armas; pero Akame había advertido un pequeño detalle, una fisura en el estilo de lucha de su enemiga. «Antes, cuando desvió mi ataque... Sí, estoy seguro. Esa marioneta no tiene más fuerza que la de un niño pequeño. Debería servir...» El Uchiha alzó el brazo diestro y apuntó a Enma Kyoko con el extremo de su katana, desafiante, mientras se llevaba la mano izquierda al portaobjetos. Luego clavó la espada en el suelo, sacó algo de sus bolsillos, y llevó ambas manos a la espalda. Trabajaban laboriosamente.
—Es una pena —provocó de vuelta—, tener que lastimar a alguien tan anciano. Que conste que no me siento orgulloso de hacer esto, pero no puedo permitir que maltrates más a esa niña.
De repente avanzó su mano zurda, arrojando algo a un punto entre Enma Kyoko y él. La hikaridama haría explosión justo después de que Akame cerrase los ojos, inundando toda la sala con un destello cegador. El Uchiha aprovechó el momento para arrojar un total de tres shuriken contra la marioneta; las estrellas, sin embargo, trazarían unas parábolas alrededor de ella en lugar de impactar directamente... Para acabar enrollándose en torno a sus seis brazos gracias a los hilos ninja que Akame había atado a ellas. El otro extremo de los hilos lo sostenía el exjōnin con gran fuerza entre sus dos manos, buscando apretar al máximo la presa alrededor de Kyoko. Si su percepción era acertada, aquella no tendría ni por asomo suficiente fuerza como para resistirse a ser atrapada.