6/12/2019, 03:41
No era sorpresa para nadie que lo conociera que a Karamaru le gustaba la fiesta y la diversión, incluso cuando eso conllevaba un poco de alcohol. Todos en su familia, en su pueblo, eran de esa manera y el gusto a empinar el codo para reír más se empezaba a agarrar, lamentablemente, desde bastante chico. Lejos de ellos, solo en Amegakure, el amejin no perdía chances de hacer honor a esas noches que veía a sus primos tomar de más e iba en busca de alguna copita para homenajearlos en su recuerdo.
Caminó largo rato de noche por los comercios de la aldea, indeciso, vagando solamente por el hecho de caminar y no quedarse encerrado en su casa. El sonido de música lo terminarían por captar, encontrando lejos de lugares bulliciosos un bar que parecía contar con algún tipo de karaoke. Ya con unos pocos tragos de cerveza encima, entró, tomó asiento, y terminó el último poquito que le quedaba en la pequeña petaca que llevaba.
— ¡YOSHA!— gritaría desde su asiento sin saber que era el grito, pero él seguía la corriente del lugar. Un muchacho extravagante, con una guitarra que lo era aún más, se las dio de cantante y le dio a las cuerdas y la garganta. Karamaru escuchaba atento lo que para él, al menos en ese momento, era una dulce melodía hipnotizado por las líricas del tema.
— ¡OH BABY!— gritó de nuevo haciendo de coro.
La canción terminaría y Karamaru no se iba a olvidar de ponerse de pie y aplaudir bien fuerte por el peliazul raro que bajaba del escenario. Ni corto ni perezoso el Yamanaka se acercó.
— Mirate cómo te canto esta.— dijo al paso, emocionado, largando un leve olor a alcohol. Subió al escenario, tomó el micrófono y comenzó a golpearse su cuerpo tratando de lograr, medianamente decente, un ritmo de fondo.
— Ey io, ey io, vengo a rimar, vengo a rapear, estoy solo con el sonido me dicen animal. Suelto las palabras por aquí y por allá en la improvisación nadie me puede parar.
Estilo demencial, cruento de verdad, hijo de puta las líricas salen pa' matar, el peliazul de allá, de la guitarra un experto. Un aplauso para él y todo su talento. Gran cantante, de las letras normales, pero acá llegue yo con este estilo que sale, la rompe en las instrumentales. Un karaoke perdido que me tiene a mi quemando bares, con las letras que explotan que valen, oro y quilates, wacho piola el Yamanaka está que se sale.
Puedo seguir, no me voy a arrepentir, la palabras las limo y las rimo, esto no es un timo, arriba las manos pero no soy policía ni asesino, soy un referente de mi estilo y desde mi pueblo vengo a dejar la tonada de mis amigos.
La mente se le bloqueó en ese momento, la lengua se le trabó y sus pocos segundos de fama decidió terminarlos bajando rápido del escenario para volver a su mesa y pedirse otro trago.
Caminó largo rato de noche por los comercios de la aldea, indeciso, vagando solamente por el hecho de caminar y no quedarse encerrado en su casa. El sonido de música lo terminarían por captar, encontrando lejos de lugares bulliciosos un bar que parecía contar con algún tipo de karaoke. Ya con unos pocos tragos de cerveza encima, entró, tomó asiento, y terminó el último poquito que le quedaba en la pequeña petaca que llevaba.
— ¡YOSHA!— gritaría desde su asiento sin saber que era el grito, pero él seguía la corriente del lugar. Un muchacho extravagante, con una guitarra que lo era aún más, se las dio de cantante y le dio a las cuerdas y la garganta. Karamaru escuchaba atento lo que para él, al menos en ese momento, era una dulce melodía hipnotizado por las líricas del tema.
— ¡OH BABY!— gritó de nuevo haciendo de coro.
La canción terminaría y Karamaru no se iba a olvidar de ponerse de pie y aplaudir bien fuerte por el peliazul raro que bajaba del escenario. Ni corto ni perezoso el Yamanaka se acercó.
— Mirate cómo te canto esta.— dijo al paso, emocionado, largando un leve olor a alcohol. Subió al escenario, tomó el micrófono y comenzó a golpearse su cuerpo tratando de lograr, medianamente decente, un ritmo de fondo.
— Ey io, ey io, vengo a rimar, vengo a rapear, estoy solo con el sonido me dicen animal. Suelto las palabras por aquí y por allá en la improvisación nadie me puede parar.
Estilo demencial, cruento de verdad, hijo de puta las líricas salen pa' matar, el peliazul de allá, de la guitarra un experto. Un aplauso para él y todo su talento. Gran cantante, de las letras normales, pero acá llegue yo con este estilo que sale, la rompe en las instrumentales. Un karaoke perdido que me tiene a mi quemando bares, con las letras que explotan que valen, oro y quilates, wacho piola el Yamanaka está que se sale.
Puedo seguir, no me voy a arrepentir, la palabras las limo y las rimo, esto no es un timo, arriba las manos pero no soy policía ni asesino, soy un referente de mi estilo y desde mi pueblo vengo a dejar la tonada de mis amigos.
La mente se le bloqueó en ese momento, la lengua se le trabó y sus pocos segundos de fama decidió terminarlos bajando rápido del escenario para volver a su mesa y pedirse otro trago.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘ Telepatía ◘