12/12/2015, 02:00
Habían pasado ya varios días de lo sucedido en el Valle del Fin con Ayame y Mitsuki. De hecho me encontraba en mi viaje de regreso a mi Amegakure natal pero tal y como sucedió en el viaje de ida, en el de vuelta volví a necesitar de la ayuda a la diosa fortuna para tomar la senda correcta. Obviamente eso era pedir mucho y me acabé topando con la famosa ciudad fantasma. su aspecto era de lo más pintoresco y perturbador, pues había sufrido un cruel destino y ahora presentaba un aspecto más que lamentable.
La ciudad dejada de la mano de dios, sin vida alguna aparente, edificios con boquetes del tamaño de la plaza central de Amegakure, algunos de ellos habían visto como sus pilares estaban tan deteriorados que se mantenían en pie bajo milagro. Probablemente sufrió un destino parecido al de Kusagakure o quizás aquello no fuese obra de ninguna bestia del demonio, sino del paso del tiempo y de la dejadez, la lluvia no cesaba a su paso y sin los cuidados de una aldea preparado podría causar estragos.
Sea como fuere, acabé topando en aquella aldea en ruinas. No estaba muy lejos de mi hogar, pero la curiosidad llamó a la puerta y no dude en investigar un poco. Nunca antes había estado ahí y no tenía ninguna prisa.
Hice uso de mis telarañas para subirme a la azotea de uno de los edificios más bajos que tenía cerca de mi posición para contemplarlo todo desde las alturas.
En una de las calles más anchas, un tipo solitario observaba la aldea al igual que lo hacia yo y no pude dejar de ver qué hacia o qué dejaba de hacer. No tenía demasiado aspecto de ser una amenaza a decir verdad, tan solo era un chaval, como lo era yo.
-Será mejor bajar a saludar- dije pensando en voz alta.
Dicho y hecho, hilé una nueva telaraña anclándola sobre una farola echada a perder y que emitía luz intermitente y me lancé al vacío para que cuando estuviese lo suficientemente cerca del suelo me acabase soltando para aterrizar ayudándome de mi cuerpo para acabar rodando
-¡Hey! ¿De visita turística?-
No se me ocurrió nada mejor para llamar su atención, honestamente. Seguí caminando para acercarme hasta él mientras agitaba mi mano diestra, saludándole.
La ciudad dejada de la mano de dios, sin vida alguna aparente, edificios con boquetes del tamaño de la plaza central de Amegakure, algunos de ellos habían visto como sus pilares estaban tan deteriorados que se mantenían en pie bajo milagro. Probablemente sufrió un destino parecido al de Kusagakure o quizás aquello no fuese obra de ninguna bestia del demonio, sino del paso del tiempo y de la dejadez, la lluvia no cesaba a su paso y sin los cuidados de una aldea preparado podría causar estragos.
Sea como fuere, acabé topando en aquella aldea en ruinas. No estaba muy lejos de mi hogar, pero la curiosidad llamó a la puerta y no dude en investigar un poco. Nunca antes había estado ahí y no tenía ninguna prisa.
Hice uso de mis telarañas para subirme a la azotea de uno de los edificios más bajos que tenía cerca de mi posición para contemplarlo todo desde las alturas.
En una de las calles más anchas, un tipo solitario observaba la aldea al igual que lo hacia yo y no pude dejar de ver qué hacia o qué dejaba de hacer. No tenía demasiado aspecto de ser una amenaza a decir verdad, tan solo era un chaval, como lo era yo.
-Será mejor bajar a saludar- dije pensando en voz alta.
Dicho y hecho, hilé una nueva telaraña anclándola sobre una farola echada a perder y que emitía luz intermitente y me lancé al vacío para que cuando estuviese lo suficientemente cerca del suelo me acabase soltando para aterrizar ayudándome de mi cuerpo para acabar rodando
-¡Hey! ¿De visita turística?-
No se me ocurrió nada mejor para llamar su atención, honestamente. Seguí caminando para acercarme hasta él mientras agitaba mi mano diestra, saludándole.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa