12/12/2015, 02:21
El rotundo y tétrico silencio únicamente se rompía bajo el sonido de la lluvia, y los escasos pero decididos pasos del albino. Entre agua y una clara soledad, el chico buscaba a la chica de cabellera dorada, aunque tampoco es que se fuese a poner a dar voces. No era su estilo, ya aparecería en algún momento, o simplemente esa era la prueba... encontrarla en una ciudad que era diez veces mayor a su aldea destruida. Tampoco era un reto sencillo en tratarse de eso, casi era preferible intentar destruir los edificios que aún se mantenían en pie que ir buscando habitáculo por habitáculo. Una vida entera se le podría venir encima de tratarse de eso...
A su paso por la calle principal, esperaba encontrarla con algo mas de facilidad, pero el destino era realmente un humorístico y aliñado jugador. Antes que ponerle en frente a la rubia, le dejó caer desde los cielos a un chico. Éste pareció descender desde los cielos, y dejó la desmedida fuerza de choque caer sobre una especie de hilo shinobi grueso, el cuál tomó como punto de apoyo una farola. La cabriola terminó en una leve rodada por el suelo, una pirueta que sin duda le había salvado de un buen golpe. Sin ton ni son, el chico se dirigía hacia Blame, acompañado de un saludo.
Éste no contestó de inmediato, de hecho se quedó observándolo por un instante, intrigado. ¿Quién diablos era? Lo que era evidente era su tierra natal, Uzushiogakure.
—No... el turismo es una perdida de dinero. Son mas bien... negocios.— Contestó sin tapujos.
Ciertamente, los negocios lo llevaban hacia éste lugar. Encontrar a su madre era el mejor negocio que pudiese tener, pero antes había de aclarar las pautas y el requisito con ésa chica, la otra parte negociante en ése trato. Una de las primeras trabas era encontrarla, y pasar esa estúpida prueba.
—¿Se puede saber que hace un chico de Uzu tan lejos de casa?—
Su pregunta fue clara, quizás buscando algo de información. ¿Sería el un enviado mas por ésta rubia? Había de averiguar si a ambos les movía la misma motivación. Aunque tampoco quería desvelarse del todo... cabía la posibilidad de que no fuese mas que un shinobi que se aventuraba. No era tampoco algo disparatado pensar en eso. Cualquier genin podía usar ésta urbe abandonada para entrenar, o explorarla por diversión.
A su paso por la calle principal, esperaba encontrarla con algo mas de facilidad, pero el destino era realmente un humorístico y aliñado jugador. Antes que ponerle en frente a la rubia, le dejó caer desde los cielos a un chico. Éste pareció descender desde los cielos, y dejó la desmedida fuerza de choque caer sobre una especie de hilo shinobi grueso, el cuál tomó como punto de apoyo una farola. La cabriola terminó en una leve rodada por el suelo, una pirueta que sin duda le había salvado de un buen golpe. Sin ton ni son, el chico se dirigía hacia Blame, acompañado de un saludo.
Éste no contestó de inmediato, de hecho se quedó observándolo por un instante, intrigado. ¿Quién diablos era? Lo que era evidente era su tierra natal, Uzushiogakure.
—No... el turismo es una perdida de dinero. Son mas bien... negocios.— Contestó sin tapujos.
Ciertamente, los negocios lo llevaban hacia éste lugar. Encontrar a su madre era el mejor negocio que pudiese tener, pero antes había de aclarar las pautas y el requisito con ésa chica, la otra parte negociante en ése trato. Una de las primeras trabas era encontrarla, y pasar esa estúpida prueba.
—¿Se puede saber que hace un chico de Uzu tan lejos de casa?—
Su pregunta fue clara, quizás buscando algo de información. ¿Sería el un enviado mas por ésta rubia? Había de averiguar si a ambos les movía la misma motivación. Aunque tampoco quería desvelarse del todo... cabía la posibilidad de que no fuese mas que un shinobi que se aventuraba. No era tampoco algo disparatado pensar en eso. Cualquier genin podía usar ésta urbe abandonada para entrenar, o explorarla por diversión.